viernes, 15 de julio de 2005

A veces, es mejor escuchar

De todas las frases que escuché en el debate sobre los medios y su rol en la construcción de la democracia, el que más me provocó olvidarme de mi papel de moderador y aplaudir es esta de Laffite Fernández: “¿Y por qué asustarse que los medios pongan agenda? En absoluto. (…) ¡Ojalá pusieran agenda…!”

Aquí en El Salvador, la mayor parte de notas en los periódicos y noticieros se generan porque alguna institución –un ministerio, un partido, una alcaldía- han puesto algo en la agenda. Hacen una conferencia de prensa, o inauguran algo, o convocan a un foro en un hotel capitalino, y todos los medios mandan a sus reporteros. Esta misma noche en televisión o el día siguiente en los periódicos sale reflejado el poder de convocatoria y de definición de agenda de la respectiva institución. Los medios reaccionan. Los reporteros apuntan.
¿Quién define la agenda? ¿Quién debería definirla? ¿Cómo se convierte un definido tema en sujeto de investigación, entrevista, noticia, comentario periodístico? Es una muestra de pobreza intelectual, de falta de iniciativa y de independencia (más bien de valor para asumir la independencia) cuando los medios y los periodistas aceptan que la agenda la están poniendo la clase política, las instituciones, el gobierno o los partidos.
Si los periodistas aceptamos que otros definan la pauta –la lista de los temas a cubrir por el medio en determinado plazo (pauta diaria, pauta semanal, pauta mensual) y producimos periódicos o noticieros principalmente con temas que otros, normalmente las autoridades o actores políticos interesados, han puesto en la agenda, estamos mal. Estamos siendo instrumentalizados. Cosa que es muy frecuente en nuestros medios, sea por falta de capacidad, sea por comodidad, o sea porque el medio así lo concibe y exige. La pauta de los medios la tenemos que definir los periodistas, en concordancia con la línea editorial del medio en que trabajamos, y con los criterios profesionales y éticos nuestros. Claro que aquí influyen criterios políticos, tanto las del dueño del medio, del editor jefe, del jefe de sección y del periodista que escribe. ¿Y por qué no? Prefiero que los criterios políticos que influyen en la definición de la pauta sean mías y las de mis jefes y no los de un partido, de un ministro, de un alcalde.
Los periódicos realmente independientes manejan pautas independientes. En los periódicos donde yo aprendí el oficio, casi nunca fuimos a conferencias de prensa. Jamás se hizo una nota sólo porque una autoridad estatal o partidaria había convocado a una conferencia, mandado un comunicado, ofrecido una entrevista o filtrado información.
Pero quiero ir más allá. Recuperar o conquistar (en caso que nunca se tuvo) la independencia de la pauta es importante, pero no es suficiente. No sólo estoy hablando de la agenda periodística, de la pauta, sino incluso de la agenda nacional. ¿Quién dice que es tarea exclusivamente de los partidos, del juego político entre gobierno y oposición, definir la agenda nacional, poner en la agenda de la nación los temas, los retos, los problemas a resolver?
Yo diría con Laffite: “¿Por qué asustarse que los medios pongan agenda?” Alguien podría preguntarme: ¿Y no tienes miedo que, entonces, los que van a definir la agenda nacional son los intereses políticos de los dueños de los medios? – Sí, pero con esto tengo que aprender a lidiar como periodista, es parte elemental del oficio. Lo que el medio logre poner en la agenda nacional será resultado de un enfrentamiento entre los criterios profesionales de los periodistas y los intereses económicos y políticos de los dueños de los medios. ¡Y qué! Más miedo tengo de la agenda nacional sólo en manos de los partidos, de las autoridades, de los políticos. Prefiero que en la agenda nacional influyan los académicos, las universidades, los empresarios, los sindicatos, los periodistas y, ¿por qué no?, los dueños de los medios de comunicación.
El periodismo no puede agarrar como guión una agenda nacional dictada por los políticos. Mucho menos de un solo partido o de un gobierno. Pero incluso si la agenda nacional fuera resultado de una concertación real entre todos los partidos políticos, no nos quita a los periodistas y a los medios la responsabilidad de formular nuestra propia agenda nacional; nuestro propio esquema de prioridades; proponer a la sociedad temas que ningún partido ha tomado en cuenta.
En nuestro debate entre periodistas y políticos, entre medios y partidos, apareció como fantasma el peligro de que los medios ocupen espacios que corresponde a los partidos. Que poniendo su propia agenda usurpan atribuciones reservadas para los partidos.
De alguna manera, este fantasma lo introdujimos nosotros mismos, el equipo de El Faro y Encuentros, al formular las preguntas a discutir: “¿Deben los medios limitarse a la función de informar y transparentar las posiciones de los actores políticos, o pueden además convertirse en un actor más? ¿Promueven los medios un debate plural sobre los temas del país, o imponen una agenda propia?”
Estas eran las preguntas nuestras para abrir el debate. Luego del debate, ya no formularía la pregunta así, sobre todo la segunda. Pluralismo y agenda propia no son excluyentes. Los medios pueden ser facilitadores y actores al mismo tiempo.
Parece que por lo menos en el moderador el debate tuvo el efecto deseado: me hizo revisar y reformular mis posiciones. Que buen resultado de un debate donde –como moderador- ni siquiera pude intervenir. A veces, es mejor escuchar. (Publicado en encuentroselfaro.net)