lunes, 20 de diciembre de 2004

Tarea no cumplida, señor Saca

Entramos al año nuevo sin presupuesto de la nación aprobado. Escuchando las declaraciones de los representantes del FMLN y de ARENA, el pleito y el retraso van para largo, con las consecuencias negativas para todos y todo lo que ya conocemos de los años anteriores. Y los culpables están a la vista: el FMLN que se niega a dar sus votos para aprobar los mecanismos de financiar el presupuesto, o sea los mecanismos de endeudamiento. Que conveniente tener a la mano a quien echar la culpa por la no ejecución de proyectos, por el entrampamiento de la economía, por todos los males que aquejan a la población, tengan o no relación con la no aprobación del presupuesto. Como siempre, el FMLN, con su discurso estéril, su actuación torpe y su arrogante menosprecio a las opiniones de la gente, se presta para el papel de chivo expiatorio. Que conveniente que abandonaron a tiempo las mesas de concertación. ¿Cómo iba a concertar el gobierno con una oposición que no quiere concertar?, reza el discurso de la derecha. Que conveniente.

Como siempre, a segunda vista las cosas se ven un poco diferentes. La constitución no establece ninguna mesa de concertación. La constitución no manda a los partidos a sentarse en mesas presidenciales a concertar. Lo que sí demanda la constitución es que ciertas decisiones del ejecutivo requieren de mayoría calificada. Y esto no es una formalidad, como nos quieren convencer los propagandistas del gobierno, sino tiene que ver con la esencia de la democracia.
Hay una razón muy fundamental detrás de la figura de la mayoría calificada: se aplica a decisiones de fondo que requieren de un consenso más amplio que una mayoría simple. Requieren, para funcionar y dar resultados, de una responsabilidad compartida entre partidos gubernamentales y opositores. Por más trascendental que sea una decisión, más amplio tiene que ser el consenso. Esta es la lógica constitucional. La misma lógica dicta que para la gran mayoría de decisiones legislativas basta la mayoría simple en el parlamento, lo que hace viable la tarea del gobierno de administrar al país. Pero, el presupuesto de nación no es un asunto administrativo. Es la definición de las prioridades para la nación.

Resulta que la constitución dicta que ciertas partes del gran paquete que se llama presupuesto de la nación, requieren de mayoría calificada. Es un hecho indiscutible que para la aprobación de los bonos con los cuales el gobierno quiere financiar el presupuesto, necesita 56 votos en la Asamblea Legislativa.

Un gobierno responsable tiene que tomar en cuenta -y en serio- este requerimiento constitucional, no desde el día que presenta el presupuesto al parlamento, sino desde el día que comienza a diseñar el presupuesto. No se vale armar y amarrar todo un paquete, ponerlo sobre la mesa de la Asamblea y decir: o me aprueba este paquete o no habrá presupuesto y ustedes cargan con la responsabilidad de las consecuencias.

La tarea constitucional del gobierno es diseñar y presentar un presupuesto que cuente con los consensos que demanda la constitución. Si la constitución dicta que una parte del paquete requiere de 56 votos para su aprobación, y si 56 votos no se pueden conseguir son ponerse de acuerdo con la oposición, entonces es irresponsable presentar un presupuesto no consensuado con la oposición. Así es la constitución, guste o no.

Tampoco puede decir el gobierno: yo ya instalé una mesa de concertación, pero ellos se levantaron, por lo tanto era imposible lograr consensos. Primero, porque la constitución no sabe de mesas de concertación, pero si de mayorías simples y mayorías calificadas, y sobre todo de una Asamblea Legislativa que tiene que aprobar el presupuesto. Segundo, para entrar en el plano político donde está ubicada la mesa de concertación: ¿de qué sirve si el gobierno utiliza la tal mesa de concertación para colocar encima de ella el paquete ya amarrado y pedir su aprobación? La mesa de concertación bien podría ser el mecanismo que usa el gobierno para construir el consenso que necesita para el presupuesto. Pero entonces, tienen que llegar a la mesa a la hora de diseñar el presupuesto, no a la hora que necesita los votos para ratificarlo.
En última instancia, todo el embrollo se reduce a una cosa que el gobierno no está dispuesto a aceptar y a poner en práctica: el presupuesto de la nación no puede ser reflejo solamente de la voluntad y de las concepciones políticas del gobierno y de los partidos que lo respaldan. Si fuera así, la constitución no hubiera puesto el obstáculo de la mayoría calificada.

Para cumplir con la constitución, hay que diseñar un presupuesto que refleje las voluntades y visiones de una mayoría más amplia. Esto es lo que un gobierno responsable hace. Presentar un presupuesto no consensuado y que refleja nada más la voluntad política del gobierno, es irresponsable.

En este sentido, Antonio Elías Saca no ha hecho su tarea. No digo que hubiera sido fácil diseñar un presupuesto, incluyendo los mecanismos de endeudamiento, que refleje la voluntad de una mayoría calificada. Pero, ¿quién ha dicho que gobernar responsablemente -y como la constitución manda- es tarea fácil? Siempre es más fácil ir por la vía del chantaje y de la demagogia, sobre todo teniendo a una oposición como el FMLN que se presta a jugar el papel de chivo expiatorio. Con una oposición más inteligente y menos cínica, el gobierno y ARENA nunca saldrían con la suya, es decir, nunca lograrían ganar políticamente del vacío de la crisis presupuestaria creada por ellos mismos. (Publicado en El Faro)