jueves, 29 de noviembre de 2007

El FMLN no quiere alianzas, busca anexiones

El FMLN no quiere alianzas, busca anexiones. Así lo define uno de los personajes más cortejadas por el Frente, pero quien --al definirlo así-- obviamente no quiere dejarse anexar.

Es uno de los pocos sabios de la política salvadoreña. No ha abandonado el sueño de una gran alianza de izquierdas que dé viabilidad a un gobierno de rescate de las instituciones y de consolidación de la democracia, pero tampoco está dispuesto a abandonar la condición que sea alianza, forjada en un proceso de diálogo sincero, basado en respeto mutuo. No ha abandonado del todo la esperanza que el Frente pueda llegar a la apertura, la cordura, la tolerancia necesarias para formar parte de esta alianza. Piensa que el Frente está en un proceso de cambio y que hay dejarle la puerta abierta. Por otra parte sabe que antes de nombrar su fórmula presidencial y así iniciar de lleno la precampaña electoral, el FMLN no ha entrado en el diálogo interno y externo, en las discusiones de fondo indispensables para producir los cambios ideológicos indispensables para poder concertar una alianza con las otras izquierdas y con sectores interesados en el cambio. Y sabe --por algo es sabio-- que los virajes y cambios de discurso en tiempos preelectorales no son nada confiables.

A pesar de saber racionalmente todo esto --a pesar incluso de los desplantes que le han hecho los dirigentes del FMLN-- su corazón y su profunda convicción que el país necesita cambios no le han permitido de cerrar la puerta al diálogo y a negociación con el FMLN. Puerta que otros de la izquierda democrática y del centro progresista, tal vez menos generosos y pacientes que él, han cerrado hace ratos.

El dilema de nuestro caballero --por que aparte de sabio y de gran corazón de izquierda es caballero, otra cosa que lo distingue dentro de la clase política-- es que para él y sus alegados, si no van con el FMLN, no hay alternativa que sea realista, digna y garantía de la supervivencia a la vez. Ir con el FDR y con Arturo Zablah, más que una alternativa realista, cada día parece más una cimera. Lastimosamente, de tres no hacen una. E ir con el PDC, significa el mismo riesgo de pérdida de identidad e integridad que ir con el FMLN. Además el PDC no quiere.

Tamaño dilema. Tengo la impresión que nuestro dirigente va trabajar y dialogar y tratar de abrir puertas sin descanso (las dos puertas, la que comunica hacia el FMLN y la otra que comunica hacía el FDR y Arturo Zablah y a saber quiénes podrían completar esta formula), aunque racionalmente ya sabe que el FMLN sigue buscando anexarlo para mejorar su imagen sin cambiar. Sabe que lo quieren como interlocutor con la empresa privada, con los gobiernos socialdemócratas y socialcristianos en Europa, y para terminar de anexar al resto de la izquierda democrática dispersa en el país. Igual sabe que Arturo Zablah no va a tener ni espacio ni capacidad ni dinero para crear una fuerza nueva capaz de romper la polarización.

E ir solos, parece una salida digna pero últimamente suicida. En un mundo donde los partidos socialdemócratas europeos y latinoamericanos (e incluso algunos empresarios salvadoreños) sólo le prometen apoyo si va con el FMLN, para que le ayude a moderarse, y cuando va solo lo dejan solo, ¿qué futuro político puede tener mi amigo Héctor Dada Hirezi?

No mucho, lastimosamente. Yo prefería verlo retirarse de la política partidaria, con a cabeza en alto, en vez de tratar de hacer funcionar alianzas, donde él y su Cambio Democrático sólo pueden terminar perdiendo su identidad y su dignidad. Le deseo, de todo corazón, que encuentra una salida digna de este dilema. Ofertas de algunas diputaciones y alcaldías repartidas no van a faltar, pero ¿qué va a hacer el CD con cuatro diputados y dos alcaldías si ha empeñado su alma?

Si esta nota me salió como homenaje a Héctor Dada, no es por accidente. Le deseo que después de todos los esfuerzos hasta imposibles que yo sé que va a hacer para construir una alternativa, y después de llegar a la conclusión de que no se pudo, tenga el valor de retirarse de la política partidaria antes de que le robe su independencia y su integridad. Y de seguir aportando al país desde el mundo académico.
(Publicado en El Diario de Hoy)