Me niego a entrar en el juego de evaluar al gobierno por partes. O sea, señalar los pecados del FMLN y reconocer las buenas intenciones del presidente o de algunos ministros “independientes”.
Para todas las deficiencias de este gobierno, que a un año de su existencia son más que obvias, tiene que asumir plena responsabilidad el presidente. Igualmente la tiene que asumir el partido de gobierno. Cada uno es responsable de los pecados de sus socios.
Nadie ha obligado al FMLN a poner a Mauricio Funes como candidato de su partido y convertirlo en presidente de la República. Entonces que ahora no lloren y no nos vengan con el cuento de que en el fondo son oposición.
Nadie ha puesto a Mauricio Funes una pistola en la cabeza para obligarlo a aceptar ser el candidato del FMLN. Todos los que están en el gobierno, están ahí por decisión propia, porque juntos convencieron al electorado de aprobar su alianza, con todos su componentes. Están en eso juntos, compartiendo responsabilidades. Todo lo que se hace y lo que no se hace en este gobierno (lo bueno, lo malo y lo feo) es responsabilidad compartida de Funes, de la dirección del FMLN y de los demás ministros que entraron al gabinete, igualmente voluntarios y sin coerción; sabiendo perfectamente qué es el FMLN y quiénes lo dirigen. Y conociendo durante años quién es Mauricio Funes.
Todos los diferentes integrantes del gobierno tienen años de conocerse. Nadie puede fingir demencia y decir que no sabía con quién se estaba metiendo. Además, nadie está obligado a quedar en un gobierno cuya política o ética ya no le convence. Manuel Sevilla renunció al cargo de ministro de Agricultura porque no estaba de acuerdo con la manera como desde Casa Presidencial interfieren intereses extraños a la labor de los ministerios. Claro, Sevilla era una pieza clave del FMLN en el gabinete, pero no un cuadro orgánico sometido a disciplina partidaria. Es un hombre que aparte de su simpatía política aplica criterios profesionales para tomar la decisión de seguir o no como ministro. Su renuncia expresa, en cierta manera, la frustración que tienen los militantes del FMLN con la manera como su presidente está poniéndoles cuernos con sectores corruptos de la derecha. Pero, como entró como “profesional” y no como cuota partidaria del FMLN, la renuncia y la denuncia pública de Sevilla no comprometen al FMLN.
El presidente Funes nombró a la ministra de Trabajo. Es una persona conocida. No puede haber sido tan inocente de pensar que estaba nombrando a una profesional “independiente”. Ahora están discutiendo en Casa Presidencial cómo pueden reparar el daño que el Ministerio de Trabajo está causando a la industria textil (y otras) con la negativa absoluta de autorizarles horarios flexibles. Pues, la señora está actuando fiel a sus convicciones, que siempre ha sido el ideario del Partido Comunista. Quien pone a una fiel militante comunista en el Ministerio de Trabajo no puede sorprenderse de que va a actuar como anticapitalista. Es como la historia del escorpión que pica al sapo que lo pasa del río. Antes de que los dos se hundan y ahoguen, el sapo le pregunta al escorpión: ¿Por qué hiciste esta estupidez? La respuesta: Es mi naturaleza.
La naturaleza del partido en que se ha convertido el FMLN es conocida. Aplica picadas fatales, aunque signifique que nos vamos a hundir todos. La presencia del FMLN en el gobierno –más bien el hecho de que controla buena parte del gobierno– hace imposible que el país se recupere económicamente, porque crea entre los empresarios e inversionistas la terrible incertidumbre de la picada del alacrán.
El control del FMLN sobre buena parte del aparato de seguridad y su influencia fuerte en el sector justicia hacen imposibles cualquier estrategia para resolver los problemas de la inseguridad, de la delincuencia y del crimen organizado. Ahí el problema es mucho más grave que simple inexperiencia y ineficiencia. Se trata de taras ideológicas que impiden la articulación de una estrategia coherente del Estado contra la delincuencia y sus causas.
En Salud y Educación hay una decisión ideológica de no continuar fomentando alianzas público-privadas para enfrentar las demandas no satisfechas. La tendencia a una inflexible estatización en estas áreas disminuye la capacidad de la sociedad de resolver los problemas de salud y educación de amplios sectores. Muchas ONG, por lo menos las que no están ligadas a la izquierda sino al sector empresarial, ya sienten cómo se les cierran las puertas en los ministerios.
Todo esto tiene que ver con la decisión de Mauricio Funes de aliarse con el FMLN y, por tanto, hacerlo socio principal en su gobierno. De nada nos sirve que personeros de Casa Presidencial, en privado, lamentan la ortodoxia que reina en Trabajo y la ineficiencia en Seguridad.
No sólo tiene el presidente de la República la responsabilidad plena sobre los ministerios en manos del FMLN, tampoco se puede decir que el gobierno haya funcionado mejor en las carteras que no controla el FMLN, sino los amigos del presidente. La triste reforma fiscal del año 2009 que funciona como freno a la recuperación económica del país, no fue invento y obra del FMLN, sino del Ministro de Hacienda y el Secretario Técnico, ambos figuras claves de los Amigos de Funes. Con el total desastre en la Secretaría de Cultura y en el manejo de los medios de comunicación estatales (Canal 10, Radio Nacional de El Salvador) y en la Secretaría de Información de la Presidencia absolutamente nada tiene que ver el FMLN. Ni tampoco con el error irresponsable de haber anunciado proyectos como “la fábrica del empleo” y “ciudad mujer” - esto eran inventos mentirosos de Mauricio Funes y sus amigos, no del FMLN.
Para resumir: El alacrán peca de la incapacidad de ir contra su naturaleza. El sapo peca de irresponsabilidad, si permite que el alacrán se le monte encima.
Para todas las deficiencias de este gobierno, que a un año de su existencia son más que obvias, tiene que asumir plena responsabilidad el presidente. Igualmente la tiene que asumir el partido de gobierno. Cada uno es responsable de los pecados de sus socios.
Nadie ha obligado al FMLN a poner a Mauricio Funes como candidato de su partido y convertirlo en presidente de la República. Entonces que ahora no lloren y no nos vengan con el cuento de que en el fondo son oposición.
Nadie ha puesto a Mauricio Funes una pistola en la cabeza para obligarlo a aceptar ser el candidato del FMLN. Todos los que están en el gobierno, están ahí por decisión propia, porque juntos convencieron al electorado de aprobar su alianza, con todos su componentes. Están en eso juntos, compartiendo responsabilidades. Todo lo que se hace y lo que no se hace en este gobierno (lo bueno, lo malo y lo feo) es responsabilidad compartida de Funes, de la dirección del FMLN y de los demás ministros que entraron al gabinete, igualmente voluntarios y sin coerción; sabiendo perfectamente qué es el FMLN y quiénes lo dirigen. Y conociendo durante años quién es Mauricio Funes.
Todos los diferentes integrantes del gobierno tienen años de conocerse. Nadie puede fingir demencia y decir que no sabía con quién se estaba metiendo. Además, nadie está obligado a quedar en un gobierno cuya política o ética ya no le convence. Manuel Sevilla renunció al cargo de ministro de Agricultura porque no estaba de acuerdo con la manera como desde Casa Presidencial interfieren intereses extraños a la labor de los ministerios. Claro, Sevilla era una pieza clave del FMLN en el gabinete, pero no un cuadro orgánico sometido a disciplina partidaria. Es un hombre que aparte de su simpatía política aplica criterios profesionales para tomar la decisión de seguir o no como ministro. Su renuncia expresa, en cierta manera, la frustración que tienen los militantes del FMLN con la manera como su presidente está poniéndoles cuernos con sectores corruptos de la derecha. Pero, como entró como “profesional” y no como cuota partidaria del FMLN, la renuncia y la denuncia pública de Sevilla no comprometen al FMLN.
El presidente Funes nombró a la ministra de Trabajo. Es una persona conocida. No puede haber sido tan inocente de pensar que estaba nombrando a una profesional “independiente”. Ahora están discutiendo en Casa Presidencial cómo pueden reparar el daño que el Ministerio de Trabajo está causando a la industria textil (y otras) con la negativa absoluta de autorizarles horarios flexibles. Pues, la señora está actuando fiel a sus convicciones, que siempre ha sido el ideario del Partido Comunista. Quien pone a una fiel militante comunista en el Ministerio de Trabajo no puede sorprenderse de que va a actuar como anticapitalista. Es como la historia del escorpión que pica al sapo que lo pasa del río. Antes de que los dos se hundan y ahoguen, el sapo le pregunta al escorpión: ¿Por qué hiciste esta estupidez? La respuesta: Es mi naturaleza.
La naturaleza del partido en que se ha convertido el FMLN es conocida. Aplica picadas fatales, aunque signifique que nos vamos a hundir todos. La presencia del FMLN en el gobierno –más bien el hecho de que controla buena parte del gobierno– hace imposible que el país se recupere económicamente, porque crea entre los empresarios e inversionistas la terrible incertidumbre de la picada del alacrán.
El control del FMLN sobre buena parte del aparato de seguridad y su influencia fuerte en el sector justicia hacen imposibles cualquier estrategia para resolver los problemas de la inseguridad, de la delincuencia y del crimen organizado. Ahí el problema es mucho más grave que simple inexperiencia y ineficiencia. Se trata de taras ideológicas que impiden la articulación de una estrategia coherente del Estado contra la delincuencia y sus causas.
En Salud y Educación hay una decisión ideológica de no continuar fomentando alianzas público-privadas para enfrentar las demandas no satisfechas. La tendencia a una inflexible estatización en estas áreas disminuye la capacidad de la sociedad de resolver los problemas de salud y educación de amplios sectores. Muchas ONG, por lo menos las que no están ligadas a la izquierda sino al sector empresarial, ya sienten cómo se les cierran las puertas en los ministerios.
Todo esto tiene que ver con la decisión de Mauricio Funes de aliarse con el FMLN y, por tanto, hacerlo socio principal en su gobierno. De nada nos sirve que personeros de Casa Presidencial, en privado, lamentan la ortodoxia que reina en Trabajo y la ineficiencia en Seguridad.
No sólo tiene el presidente de la República la responsabilidad plena sobre los ministerios en manos del FMLN, tampoco se puede decir que el gobierno haya funcionado mejor en las carteras que no controla el FMLN, sino los amigos del presidente. La triste reforma fiscal del año 2009 que funciona como freno a la recuperación económica del país, no fue invento y obra del FMLN, sino del Ministro de Hacienda y el Secretario Técnico, ambos figuras claves de los Amigos de Funes. Con el total desastre en la Secretaría de Cultura y en el manejo de los medios de comunicación estatales (Canal 10, Radio Nacional de El Salvador) y en la Secretaría de Información de la Presidencia absolutamente nada tiene que ver el FMLN. Ni tampoco con el error irresponsable de haber anunciado proyectos como “la fábrica del empleo” y “ciudad mujer” - esto eran inventos mentirosos de Mauricio Funes y sus amigos, no del FMLN.
Para resumir: El alacrán peca de la incapacidad de ir contra su naturaleza. El sapo peca de irresponsabilidad, si permite que el alacrán se le monte encima.
(EL Diario de Hoy)