miércoles, 19 de enero de 2011

Alegato contra un maldito dicho popular

En política, nunca hay que decir nunca... Siempre cuando se repite este dicho, es para preparar el terreno para alguna movida chuca.

Últimamente escucho este dicho frecuentemente cuando hablan del futuro político de Tony Saca. ¿Regresa el expresidente a la política? ¿Regresa incluso a ARENA?

Y siempre dicen: Bueno, tal vez no sea posible que ARENA nuevamente acepte a Tony Saca, pero tal vez algún tipo de alianza. De todas formas, en política nunca hay que decir nunca...".

Totalmente en desacuerdo. En algún punto hay que pintar la raya. No puede ser que en política todo sea admisible. No todo se vale. Y el caso de Tony Saca y ARENA es un buen ejemplo para atacar este maldito dicho de que en política nunca hay que decir nunca.

ARENA, si quiere tener un futuro con credibilidad, tiene que decir '¡nunca!', siempre cuando se especula sobre el regreso de Tony Saca, sobra 'la superación de la división de la derecha', sobre alianzas electorales con GANA.

Ciertas divisiones son necesarias. Son procesos de curación. Si ARENA no se hubiera separado de Tony Saca, luego de la derrota electoral de 2009, a esta altura ya hubiera dejado de ser un partido viable. Hubiera corrido la suerte del Partido Liberal Constitucional del expresidente nicaragüense Arnoldo Alemán: incapaz de gobernar e incapaz de ejercer oposición; pero con el poder de vetar el surgimiento de una oposición que puede poner en peligro el régimen de 'el pacto', como los nicas llaman, con ganas de vomitar, la alianza de los dos polos del populismo y de la corrupción.

Nicaragua es el país donde han aplicado a la máxima perfección y perversión este maldito dicho de 'nunca hay que decir nunca en política.' Todo es posible, no hay ética ni decencia que ponga límite a las componendas políticas.

¿Se puede reelegir el presidente Ortega, a pesar de que la Constitución no prohíbe tan explícitamente como en El Salvador? - Nunca diga nunca.

A pesar de su comprobada corrupción y de su pacto con el diablo, ¿podrá Arnoldo Alemán nuevamente convertirse en candidato, no para ganar, sino para facilitar nuevamente el triunfo de Ortega? - Nunca diga nunca.

No estamos tan lejos de Nicaragua que quisiéramos pensar. No tenemos a un presidente como Daniel Ortega. Es cierto. No tenemos a un expresidente condenado por robo al Estado. Es cierto.

Pero tenemos a un FMLN S.A. de C.V., que tiene mucho en común con el nicaragüense FSLN S.A. de C.V. Y tenemos a un expresidente que igual que Arnoldo Alemán usa su peso político y la debilidad de la oposición para presentarse como imprescindible para la derecha de su país.

Aquí en El Salvador, igual que en Nicaragua, todo depende del surgimiento de una alianza democrática, progresista y reformista, basada en principios y formada por personas y fuerzas que saben decir '¡nunca!' a las componendas entre los populistas de izquierda y derecha.

Tanto en la izquierda como en la derecha, debe haber suficiente renovación ética y programática para separarse, cada uno en su campo, de las tendencias populistas, autoritarias y mafiosas.
La única ventaja que tiene la derecha ahora, a pesar de todas las encuestas (que miden correlaciones de fuerza coyunturales, nunca tendencias históricas), es que está más cerca de esta renovación que la izquierda. En este sentido, su división es ventaja, no debilidad. La existencia de GANA es ventaja, no debilidad para ARENA.

Querer subsanar lo que muchos aun perciben como debilidad (la salida de Saca, el desprendimiento de GANA, la alianza abierta de GANA y PCN con el gobierno de Funes-FMLN...), sería el error más fatal que podría cometer la oposición. Significaría cerrar la ventana histórica de la renovación ética y programática, y volver a la desgastada política de 'nunca diga nunca'.

En la sociedad hay una enorme sed de política ética, de renovación y reforma, de transparencia. Hay escepticismo, y con toda la razón del mundo. Pero desde esta posición crítica surge en la sociedad, en la clase media, sobre todo en la juventud la exigencia de una política que regrese a un esquema claro de principios, combinado con voluntad reformista.

Así que no vengan con esta aberración que 'en política todo es posible, todo es justificable, y que nunca hay que decir nunca'.

(El Diario de Hoy)