jueves, 27 de enero de 2011

Columna transversal: Un cuento de hadas


Cuando al fin --muchos años después del fin de la guerra civil entre izquierda y derecha-- llegó al poder en El Salvador el primer presidente de izquierda, todo el país tenía grandes expectativas de cambio. Algunos esperaban que al fin se realizara la revolución socialista; otros esperaban un poco más de justicia; algunos, aunque no esperaban nada bueno en los cambios económicos sociales, por lo menos esperaban un poco más de decencia, porque también ellos estaban cansados de la manera cómo la clase política había manejado el poder a su antojo y conveniencia.

En la ceremonia de la asunción del poder, el nuevo presidente, que había llevado a cabo una campaña política castigando los abusos del poder de los gobiernos anteriores, sorprendió a todos con un discurso conciliador que culminó con la frase: "Asumo la responsabilidad, pero la quiero compartir con todos. En mi gobierno no será pecado equivocarse, pero sí será pecado echarle la culpa de nuestros fracasos a otros".

Qué discurso más raro, dijeron sus opositores, sus seguidores y sus observadores. A lo mejor será pura retórica...

Pero lo que más raro les pareció a los fotógrafos y camarógrafos, que estaban pendientes de la llegada del presidente electo, era el hecho que arribó al lugar de la ceremonia en el mismo carro que había usado durante su campaña, un modesto Nissan Sentra de 10 años, vehículo preferido de vendedores de seguros, contadores y pensionados. Las imágenes del nuevo mandatario bajándose de este vehículo fueron vistas y comentadas en todos los noticieros.

El mismo día, en la primera sesión de su gabinete de gobierno, el presidente presentó los borradores para los primeros 5 anuncios de su gobierno, y pidió a sus ministros redactarlos. "Con este primer paquete de anuncios y decretos quiero dejar claro a qué me refiero cuando hablo del cambio".

Los ministros casi se desmayaron cuando leyeron los borradores de los decretos. "Presidente", dijo uno de ellos, "yo estoy de acuerdo con un plan de austeridad, pero lo podemos hacer de otra manera. No es necesario que vendamos toda la flota de camionetas Prado. ¿Cómo va pensar que el presidente se movilice en un Nissan Sentra?"

El presidente contestó: "Te voy a decir tres cosas: Primero, el presidente se movilizará en un Sentra, porque este es el carro que tengo años de manejar y no veo ninguna razón de cambiarlo. Segundo: no es sólo un asunto de austeridad, es un asunto de decencia y credibilidad. Tercero: Estás despedido".

Una semana después se publicaron los 5 primeros anuncios del nuevo gobierno:

1) Se venderán todos los vehículos del gobierno que tengan un valor mayor de 25 mil dólares, con excepción de vehículos especiales para la Fuerza Armada, PNC, Bomberos, Protección Civil y hospitales. Se cambiarán por ve-hículos tipo sedán y pickups, cuyo valor no excede los 25 mil dólares.

2) La residencia presidencial en la colonia Escalón se convierte sede de la nueva Escuela de Administración Pública. El presidente mantiene su residencia de muchos años. El rancho presidencial en el lago de Coatepeque pasa a ser centro de recreo para los empleados públicos.

3) Los helicópteros asignados a Casa Presidencial serán concentrados a una unidad logística que dará servicio a Protección Civil, Fuerza Armada, PNC y Casa Presidencial. Se usarán exclusivamente para viajes de trabajo.

4) No habrá Primera Dama que asuma responsabilidades administrativas. La esposa del presidente continuará dedicándose a la profesión que viene ejerciendo con plena satisfacción. Las funciones administrativas que anteriormente han desempeñado las primeras damas, se asignan a los ministerios correspondientes.

5) Nadie en el Ejecutivo puede tener un salario que sobrepase los 500% del menor salario en su institución. O sea, si el menor salario en Casa Presidencial es de $600 dólares, el del presidente no puede ser más de 3 mil.

A una semana de la publicación de estos anuncios presidenciales, cinco de los miembros del gabinete habían renunciado por problemas de salud. Fueron sustituidos por cinco académicos y empresarios que anteriormente habían rechazado la oferta del presidente de incorporarse al primer gobierno de izquierda del país.

Como se habrá dado cuenta el lector, esta es un historia de ficción. Cualquier falta de similitud con personajes reales no es coincidencia. Cualquier similitud del personaje aquí retratado con el presidente de Uruguay, José "Pepe" Mujica, tampoco es coincidencia. Sólo que él maneja un Volkswagen Bocho...

(El Diario de Hoy)