Mi voto razonado
Si viviera en Morazán,
mi voto por diputación sería para Florencia Portillo. Es la tercera de
tres en la lista de candidatos del Frente para este departamento. Quiere
decir, es la candidata por la cual el partido no quiere que voten, es
la cara bonita de relleno. Pero los miles de ex-combatientes
guerrilleros de Morazán merecen una representación legislativa mejor que
el diputado Darío Chicas, quien durante años ha calentado una silla en
la Asamblea sin aportar nada. Por esto muchos van a votar de abajo para
arriba en la lista del Frente, como muchos en todo el país que quieren
producir un cambio en este partido. Yo no creo en este cambio, pero si
fuera ciudadano de Morazán, votaría por Florencia, porque la conozco
como mujer de principios y que escucha a la gente.
Si votara en San
Miguel, yo votaría por Mario Salamanca del Partido de la Esperanza como
diputado. Mario Salamanca ha mostrado su sentido de independencia y
profesionalidad en el Tribunal Supremo Electoral, y además es tal vez el
único que puede evitar que San Miguel elija dos diputados de GANA.
Si fuera de Sonsonate,
votaría por Ana Guadalupe Martínez para diputada. Ana Guadalupe ha sido
mi jefa durante años de guerra y conozco de cerca su sentido de
justicia y humanidad. Nunca me convenció su idea de convertir la
Democracia Cristiana en un partido decente de reforma, pero sí el
entusiasmo y la entrega con que se propuso este reto. Ana es el mejor
ejemplo para ilustrar cómo la reforma electoral y el voto por persona
han cambiado radicalmente el uso racional que podemos hacer del voto. Si
la elección fuera por bandera y lista bloqueada, como antes, una
excelente diputada como Ana Guadalupe nunca hubiera recibido mi voto,
por que hay banderas por las cuales no puedo votar. La verde es una.
Ahora, votando por personas, no me importa su bandera...
Sin embargo, no voy a
votar ni por Florencia, ni por Ana Guadalupe, ni por Mario. Vivo en San
Salvador y aquí me toca votar. Y en este departamento hay un problema
serio: hay que escoger entre 192 candidatos de 8 partidos, más 2
candidatos no partidarios.
Yo voy a hacer caso
omiso a la propaganda del Tribunal Suprema Electoral que nos dice que
primero hay que escoger el partido favorito y luego decidir si votamos
por la bandera o por un candidato. Haré lo contrario: voy a escoger,
entre los 194 candidatos a diputado en San Salvador, a mi candidato
favorito, a la persona que más confío, a quien quiero que me represente a
mi en la Asamblea. A quién voy a reclamar, criticar y exigir una vez
que es legislador. En esta decisión, su militancia partidaria es un
factor entre varios, pero no el determinante. Cuentan las cualidades
personales.
Luego de escoger a mi
candidato favorito, decidiré si además quiero apoyar a otros candidatos -
siempre del mismo partido, porque votar por candidatos de diferentes
partidos no permite la ley. Para tanta democracia todavía no nos
consideran aptos...
Entonces, la lógica es
al revés de lo que dice el TSE: Escoge a tu candidato favorito y luego
vea si dentro del partido que lo postuló hay otros candidatos más que
quieres apoyar.
El candidato de mi confianza es Edwin Zamora - y ha sido postulado por ARENA. ¿Por
qué Edwin? Porque admiro su decencia, su apego a principios, pero a la
vez tiene una gran apertura a ideas nuevas. Además tiene capacidad
ejecutiva y liderazgo probado. No sólo habla, también hace, resuelve,
empuja. Y sobre todo, porque lo creo capaz de introducir y consensuar
nuevas visiones en su propio partido y de transformar y renovarlo. Y
para crear una correlación favorable para este proceso de
transformación, también marcaría las fotos de Ana Vilma de Escobar y
David Reyes. Quiero usar mi voto para fortalecer el liderazgo de estas
tres personas.
Para la alcaldía de
San Salvador, me picarían las manos de votar por Andrés Espinoza, un
hombre independiente quien corre bajo la bandera amarilla de Cambio
Democrático. Es un macho sin dueño con ideas nuevas y provocativas. Sin
embargo, votaré por Norman Quijano, porque en las alcaldías es
importante que se premien las buenas gestiones. Por esta misma razón
votaría por Oscar Ortiz si fuera residente de Santa Tecla. Votando por
uno de los mejores alcaldes del país, de paso apoyaría al único hombre
que tal vez, en algún momento, podría ponerse a la cabeza de un
movimiento para democratizar al Frente... Pero en general, en la
elección de alcaldes la capacidad del candidato y sus obras prevalecen
sobre la militancia partidaria y asuntos ideológicos.
Cada vez más
ciudadanos hacen uso racional e inteligente de su voto. Cada vez menos
se sienten amarrados a ideologías y lealtades partidarias.
(El Diario de Hoy)