sábado, 26 de mayo de 2012

Carta a Angela Merkel, canciller de Alemania

Estimada Angela:

un amigo salvadoreño regresé de un viaje a Alemania y me contó lo que para él era una historia de las más insólitas: Caminando por las calles de Berlin, vio como una limusina con estandarte oficial se parqueó en la entrada de un edificio de apartamentos. El motorista se bajó, tocó un timbre, y al rato se bajó una señora solita, con un su maletín de ejecutivo, el motorista le abrió la puerta del vehículo, se apeó y se fueron. El empresario salvadoreño preguntó a un alemán quien era esta señora. “Es la Merkel, va a su oficina...”

Bueno, Ángela, para entender porqué este salvadoreño se impresionó tanto con esta experiencia (para él de la séptima dimensión), tendría que programar una visita de Estado para El Salvador (cosa que me gustaría muchísimo...) y ver cómo se movilizan por nuestras calles el presidente y sus seres queridos: en caravanas de docenas de vehículos ostentosos, apartando a los ciudadanos, a veces atropellándoles. Tampoco nunca lo verá cargando su maletín, ni mucho menos sin una docena de guardaespaldas, policías y militares.


Hablando en serio: A pesar de que nunca he sido amigo de la derecha alemana, sino todo lo contrario, usted me impresiona mucho. No es por andar al trabajo casi como cualquier ciudadana, esto a mi como alemán me parece normal, sino por valentía y firmeza en el manejo de la crisis del Euro. Usted predica austeridad y responsabilidad fiscal, mientras todo el mundo le exige que comprometa la economía de Alemania para programas multibillonarios al estilo de Obama. Y usted neciamente dice: No hay que lanzar dinero bueno, que puede servir para fortalecer la economía productiva,  a tratar de salvar dinero malo y hacer más grande la burbuja especulativa.

Tal vez no sería tan mala idea la de una visita suya a Estado a El Salvador, para explicar a nuestros gobernantes qué pasa con los países que año por año gastan más de lo que se producen.

Yo, como salvadoreño-alemán, la invito. 
(Más!/EDH)