viernes, 15 de enero de 2016

Columna transversal: Premiar los fracasos

El otro día un amigo, por cierto buen conocedor de las cosas internas del FMLN, me dijo: ¿Te diste cuenta que el Frente tiene la maña de premiar los fracasados entre sus compañeros?

Y comenzamos a hacer la lista: Violeta Menjívar fracasa al frente de la alcaldía de San Salvador, y la hacen viceministra y luego ministra de Salud. También Blandino Nerio y El Diablito Ruiz, luego de su desastrosa gestión como alcaldes, resurgen como diputados. A Javier Martínez su propio partido le quita la alcaldía de Suchitoto por falta de liderazgo, pero luego de un período de exilio como gobernador de Cuscatlán lo elevan a viceministro de Seguridad, sin que tenga la mínima experticia o experiencia para este cargo.
Sigue la lista: Luz Estrella Rodríguez, luego de no poder convencer como alcaldesa de Apopa, termina recibiendo como premio de consolación el cargo de viceministra de Economía. Zoila Quijada fracasa en su intento de defender la alcaldía de Apopa, pero no cae en el vacío: el partido le da una diputación. Sigfrido Reyes ejerció el cargo de presidente de la Asamblea Legislativa con una arrogancia que lo convirtió en hipoteca política para su partido, pero el presidente Sánchez Cerén, quien no es conocido por ser amigo de Reyes, se ve obligado a nombrarlo presidente de la agencia PROESA, con un salario superior a lo que ganó en la Asamblea…
¿Qué hay detrás de esta tendencia de premiar a los fracasados? Podría ser una mala concepción de solidaridad: Por más grande que sea tu cagada, tu partido no te deja caer… O puede ser que ahí realmente se expresa la profunda desconfianza ideológica contra la idea de la meritocracia: Por más que nos jodan con esta paja de la meritocracia, nosotros valoramos más la fidelidad partidaria que la preparación profesional o académica.
Un partido, sobre todo un partido de gobierno que administra al Estado, tiene que sancionar a los funcionarios que no cumplen bien sus responsabilidades – y premiar y promover a los funcionarios capaces. La resistencia del presidente actual de relevar a los ministros fracasados, incluso en casos tan graves como Seguridad, demuestra que el Frente no comparte esta concepción. Por esto tampoco este gobierno está interesado en la mejor iniciativa de ley que en 6 años han presentado ellos mismos: la ley que reforma la administración pública, elaborada bajo el liderazgo de uno de sus pocos funcionaros competentes, Antonio Morales.
Solo podemos esperar que cuando llegue a ganar ARENA, no prevalezcan en su gobierno los que comparten esta aversión contra la meritocracia, sino cuadros ejecutivos que en la administración pública aplican los mismos altos estándares de calidad y de rendición de cuentas que exige el sector privado. También en ARENA existe el mitos de la camisa sudada como requisito para cargos de alta responsabilidad - y me recuerdo de la controversia que se generó cuando reclamé a uno de los líderes de ARENA que saliera en una foto a la par de un afiche que dijera: “Vale más una onza de lealtad que cien libras de sabiduría”.
Uno puede tener cierta confianza que ARENA sea más dado a privilegiar la meritocracia sobre la cherocracia y la partidocracia, ¿pero con qué criterios llegó Alberto Romero a jefe de fracción o Jorge Escobar a la Junta Directiva de la Asamblea? Tienen que haber sido remanentes de los criterios de una ARENA en la cual Francisco Merino pudo llegar a vicepresidente de la República, Walter Araujo y Antonio Salaverría a presidente del COENA, Mario Acosta a ministro de Gobernación, y Guillermo Gallegos a jefe de fracción…
También, para ser justos, hay que preguntar: ¿Por qué Rodrigo Ávila, quien como jefe de la PNC y viceministro de Seguridad no supo combatir la violencia, nuevamente es vocero de su partido en el tema Seguridad? ¿Habrá sacado conclusiones de su amplia experiencia, revisando todas las políticas de Seguridad de la postguerra, para proponer al fin un nuevo rumbo, con nuevas estrategias? Que yo sepa, no.
El partido que logre convencer a los ciudadanos que en sus filas (y en su gobierno) solo avanzan los más capaces, ganará las elecciones con facilidad.