Cuando me dirigí a ustedes en cadena nacional en la noche del 31 de diciembre, me dejé influenciar por mis compañeros de la dirección del partido y mis secretarios en la Presidencia, que me insistían que tenía que dar un ‘mensaje de esperanza y optimismo’. Me decían que la gente estaba desesperada, frustrada y enojada, y que era importante que como presidente les elevaba la moral. Disciplinado soldado del partido que soy, les hice caso, a pesar de que en el fondo sabía que no era correcto seguir mintiendo al pueblo.
Pero luego de reflexionar mucho, he llegado a una conclusión: El pueblo merece la verdad, no merece que su presidente le hable de un país de maravilla, cuando en realidad estamos mal. Por esto tomé la decisión de filtrar, por esta vía, el discurso que debía haber pronunciado.
Pueblo salvadoreño:
He llegado a la mitad de mi mandato, y con profundo dolor, pero con la responsabilidad de un estadista, les tengo que decir que no podemos seguir así. No quiere pasar la segunda mitad de mi mandato seguir haciendo lo mismo, quiero corregir los errores que hemos cometido – y quiero invitar a todos los partidos, también al mío, y a todos ustedes a ayudarme a rectificar las políticas públicas, para que juntos podamos enrumbar a nuestro país al camino del crecimiento y la paz social.
Tengo que reconocer la realidad: Nuestra política de seguridad ha fracasado. Hemos hablado mucho de inclusión, de paz, de prevención, pero esta parte de nuestro Plan El Salvador Seguro no lo hemos puesto en práctica. Hemos apostado solamente a la represión, y en el camino hemos puesto en peligro la esencia de lo que hemos logrado en los Acuerdos de Paz: una policía civil, que respeta los derechos humanos. No todo lo que hemos hecho estaba mal, pero nada ha tenido éxito, porque invertimos las prioridades y permitimos que nuestras fuerzas de seguridad operen al margen de la ley, corrompiendo todo el concepto de Seguridad Ciudadana.
Vamos a corregir estos errores, y los que no están dispuestos a acompañarme no tendrán espacio en mi gabinete y en los puestos de mando de la PNC.
También tenemos que reconocer que nuestra política fiscal y económica ha fracasado. Desde el primer día hemos dicho que necesitamos unir al país, pero la verdad es que lo hemos dividido. No podemos esperar que la oposición y el sector privado nos ayuden salir de la crisis, mientras no estemos dispuestos a revisar y corregir nuestras políticas. Ofrezco a partir de hoy una negociación seria, donde todo está sobre la mesa, todo está sujeto a discusión y revisión. Sólo así podemos llegar a acuerdos que nos permitan unir esfuerzos y sacar adelante al país.
Yo sé que a muchos en mi partido y mi gabinete no le gusta lo que estoy diciendo. Pero esta es mi decisión, y quienes no están de acuerdo, que se aparten. No voy a permitir sabotaje en este camino, de nadie.
A la oposición y al sector privado pido que adopten la misma actitud. Por parte de este presidente, se terminan las mesas falsas, los compromisos no cumplidos, los dobles discursos. Si para lo que hay que cambiar y hacer no encuentro suficiente apoyo en mi partido, voy a abrir las puertas del gobierno para que entren los que están dispuestos y capacitados para resolver los problemas que enfrenta el país.
Elaboremos juntos un plan de nación – y luego que los partidos compitan en las elecciones sobre cómo de mejor manera implementarlo, cada uno con sus matices ideológicas.
Esto es lo que debiera haber dicho en mi discurso del Año Nuevo. No tuve el valor, pero la verdad es que mucho menos tengo el valor de perder dos años más con políticas equivocadas que dividen el país.
Su presidente Salvador Sánchez Cerén
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Este borrador de discurso me llegó con la petición de publicarlo – y con la explicación que el aparato de propaganda del FMLN y de Casa Presidencial se niegan a difundirlo. Aunque conociendo a Salvador Sánchez Cerén me cuesta creer que sea capaz de pronunciarse así, el discurso es demasiado bueno para no publicarlo. Es lo que un estadista diría.
Saludos,