viernes, 30 de junio de 2017

Columna Transversal: Respuesta de un ‘cochinito hipócrita’

Los ficsales generales y sus aliados: Luis Martínez con Ricardo Perdomo; Douglas Meléndez con Howard Cotto
A muchos no le gustará, pero retomo el tema de “la tregua” y su juicio penal. El fiscal general, lejos de haber comprobado la culpabilidad de los acusados, se volcó al tribunal paralelo de la opinión pública. En la mejor tradición de su antecesor, Douglas Meléndez tildó la tregua de “cochinada”. Luis Martínez (ahora preso, acusado de fraude procesal) fue más prudente: hizo campaña política y mediática contra lo que llamó “tregua hipócrita”, pero como no pudo comprobar delitos, se abstuvo de presentar acusación. Sabiendo que no tenía caso, se limitó a sus bravuras mediáticas. Sí mandó a su mano derecha Julio Arriaza (otro acusado de fraude procesal, actualmente prófugo) a componer una acusación, pero no para presentarla a un juez, sino como instrumento de extorsión política.

El nuevo fiscal no entendió esta jugada, y presentó el caso así como Julio Arriaza lo había armado. Echó preso a 21 personas, incluyendo al mediador Raúl Mijango, a quién mandó a desfilar por la primera audiencia en ropa interior blanca, e irresponsablemente mandó a publicar las fotos de oficiales policiales a los cuales se asignó, paralelo a la tregua, una delicada y peligrosa misión de contrainteligencia como agentes encubiertos.

Los fiscales Luis Martínez y Douglas Meléndez ganaron el juicio mediático, mucho antes de que intervinieran jueces y defensores. Lograron diabolizar la tregua, declarándola culpable del auge de la violencia que se produjera luego de que Mauricio Funes se desmarcara de su propia política de facilitar la mediación; e incluso de la explosión de violencia que vivió el país, una vez que asumiera el segundo gobierno del FMLN y comenzara a implementar su nueva política de seguridad: enfrentamiento total, militarización de la PNC, estado de excepción en los penales…


La alianza de los opuestos


En esta labor de diabolizar la tregua y a todos sus protagonistas, los fiscales generales encontraron poderosos aliados: Luis Martínez se apoyó en Ricardo Perdomo, quien en junio 2013 asumió el ministerio de Seguridad. A pesar de que como director de la OIE fue uno de los funcionarios al cargo de implementar la política oficial de facilitar y hacer sostenible la tregua, Perdomo luego asumió la misión de desmantelar todos los mecanismos de mediación y facilitación. También se convirtieron en caja de resonancia de esta campaña los partidos políticos: ARENA tratando de ganar las elecciones presidenciales con consignas de mano dura; y el FMLN, que nunca estuvo de acuerdo con la tregua y la mediación, por la simple razón que se escaparon de su control y su interés partidario, porque los mediadores eran independientes.

Combinadas estas alianzas extrañas con la tendencia de los medios de comunicación masiva de apelar a los resentimientos y miedos de la población que quiere ver culpables – y el resultado fue una “tormenta perfecta” que devora el análisis racional.


Ausencia de análisis


Nunca el gobierno, los partidos, los medios, la academia, el Consejo de Seguridad Ciudadana hicieron un análisis crítico (mucho menos autocrítico) del proyecto de reducción de violencia del 2012/13. Y esto a pesar de que en su tiempo este intento de pacificación tuvo el aval del PNUD, la OEA, y la Unión Europea. El problema es que estos organismos multinacionales no pueden implementar políticas que no sean consensuadas con el gobierno. Así que no les quedó otra que acomodarse con las nuevas políticas de Seguridad del gobierno del FMLN, que fue suficiente inteligente de ofrecerles aparente participación en su Consejo de Seguridad Ciudadana. No importa que ahí nunca se discuten las políticas “duras” de represión, exterminio y militarización, sino solo la políticas “blandas” de prevención…

Nunca se hizo un análisis para entender porqué la violencia se profundizó y masificó a partir de que el gobierno abandonara la política de facilitar la mediación y la tregua. Sin ningún análisis y debate, los detractores del proceso lograron establecer en el imaginario popular y político su tesis: La violencia aumentó como resultado de la tregua que fortaleció a las pandillas.

Nunca se analizó con seriedad y rigor la tesis contraria: El incremento de la violencia fue resultado de la manera irresponsable como el gobierno abortó el proceso de diálogo, mediación y facilitación, y sobre todo de las políticas de mano dura que aplicó luego de el FMLN recuperara en 2014 el control total del aparato de seguridad: ministerio, centros penales, PNC, academia policial, oficinas de inteligencia.

Como nadie –ni la oposición, ni los medios, ni la academia, ni instituciones estatales como la PDDH o la Asamblea- ejerce un escrutinio crítico sobre el gobierno y la fiscalía en el terreno de la seguridad pública, estos dominan la opinión pública. Diabolizar e criminalizar la tregua sirve para deslegitimar a cualquiera que proponga que sin mecanismos de diálogo y mediación no habrá solución al problema de la violencia – y para legitimar las políticas de Seguridad del FMLN, aunque hayan cobrado un altísimo costo en vidas humanas y violaciones los Derechos Humanos.
Es en este contexto que se desarrollará la vista pública del “caso tregua”.
(El Diario de Hoy)