lunes, 13 de septiembre de 2004

Un monumento a los Coyotes

"Lo que aquí deberíamos hacer es un monumento a los coyotes. Gracias a ellos ha mejorado la economía del país con el envío de las remesas." Dijo Fernando González, y con ello se perfiló como el único diputado cuerdo de la honorable Asamblea Legislativa. Esta fábrica de leyes ilógicas, mal redactadas e inaplicables estaba al punto de cometer la bestialidad de enviar a la cárcel a los abuelos, tíos o hermanos o "aquel que tenga bajo su cuidado a menores de edad y los entreguen para viajar al extranjero de manera ilegal."

Es absurdo que en un país que vive de la venta de su mano de obra a Estados Unidos, el "tráfico ilegal de personas" sea concebido como crimen organizado, en una categoría con los crímenes más horrendos. Así se lee la lista de crimen organizado en la definición de nuestros legisladores en el Artículo 22ª del Código Penal: "El crimen organizado son las conductas cometidas por dos o más personas, para cometer homicidio, robo, falsificación de dinero, terrorismo, comercio de personas, contrabando, lavado de dinero, tráfico y fabricación de armas." Y con la reforma, nuestros diputados quieren incluir: "pornografía y utilización d menores en ella, tráfico ilegal de personas, trata de personas."Y en el Artículo 294 del Código Procesal Penal (que define los delitos donde no son aplicables la fianza ni la libertad condicional) la lista reza así: "homicidio, secuestro, violación sexual, extorsión, narcotráfico" y con la reforma quieren incluir "delitos contra la libertad sexual y comercio, trata, tráfico ilegal de personas."

Es el colmo de hipocresía que el "tráfico ilegal de personas", o sea lo que hacen los coyotes al organizar la entrada ilegal de salvadoreños a los Estados Unidos, para que puedan aportar con sus remesas a la economía nacional, esté puesto por la gran coalición de legisladores en la misma categoría con "comercio y trata de personas", para no hablar de terrorismo y homicidio, etc.
El comercio de personas o la trata de personas son crímenes contra personas, contra la libertad y la dignidad de personas. Merecen estar en la misma categoría con el secuestro, por que son esencialmente lo mismo. En cambio, el "tráfico ilegal de personas" es un delito contra las leyes de Estados Unidos, cometido con el pleno consentimiento de las personas afectadas; es más, corresponde a una necesidad de las personas "traficadas". En el caso del "tráfico ilegal" de personas, la ofensa contra la dignidad de la persona no la comete el coyote, mucho menos el pariente que entrega a un niño a un coyote para llevarlo a sus padres en Estados Unidos. La ofensa contra la dignidad de las personas la comete la sociedad salvadoreña que no ofrece perspectivas económicas a sus hijos; la comete el gobierno salvadoreño que no cumple con su promesa de asegurar la reunificación de las familias divididas por la migración, sino que confía que los coyotes se harán cargo de esto; la cometen la sociedad y el gobierno de Estados Unidos que necesitan la mano de obra barata inmigrante pero les niegan los derechos fundamentales, como por ejemplo de la integridad familiar.

Es el colmo de hipocresía que los emigrantes son tratados como villanos mientras no hayan cruzado el Río Bravo, y como héroes una vez que mandaron la primera remesa. De los 2 millones de salvadoreños que trabajan en Estados Unidos, ¿cuántos no han entrado por vía del "tráfico ilegal de personas", quiere decir vía coyotes? ¿Cómo piensan los diputados que llegan a Estados Unidos los miles de salvadoreños que mensualmente emigran para Estados Unidos para mantener a sus familias y, de paso, a la economía nacional, si no por los servicios de coyotes?
Que vayan los diputados a un pueblo y hablen con los familiares que han mandado a sus hijos e hijas a Estados Unidos pagando a un coyote. Se darán cuenta que el coyote del pueblo goza de más confianza que el alcalde y el cura, ya que "cobra y cumple", mientras que "los demás sólo cobran".Entonces, ¿por qué los diputados quieren hacer esta reforma, amenazando a los coyotes e incluso a los familiares de niños que agarran para Estados Unidos para estar con los padres a perseguirlos con penas diseñadas para el crimen organizado?

Entiendo que hay presión por parte de Estados Unidos. El embajador de Bush en San Salvador no dejó duda ninguna en el interés de su país en esta reforma, en especial en medidas que evitan que los hijos de los inmigrantes lleguen a Estados Unidos. Claro, los Estados Unidos necesitan mano de obra, no necesitan niños. No quieren gastar en la educación y la salud de los hijos de sus trabajadores. Ya no serán trabajadores tan baratos una vez que tengan familia allá. Pero esto es un problema, una contradicción de Estados Unidos. ¿Será razón para cambiar las leyes salvadoreñas?

Pero los gobernantes salvadoreños tampoco están muy interesados en la reunificación familiar de los inmigrantes. Tal vez el racionamiento es que un trabajador salvadoreño, una vez que sus hijos están con él en Estados Unidos, mandará menos remesas a El Salvador que uno que tiene que mantener a sus hijos en San Vicente.

¿Llegaría a esto el cinismo de los legisladores, o es simplemente para seguir los lineamientos de Washington? ¿O no será tan sofisticado, sino nada más que son estúpidos nuestros diputados?
Algunos van a decir que son los coyotes los responsables de los muertos que todos los días hay en el trayecto al norte. Que los coyotes son unos criminales al exponer a los inmigrantes a los múltiples peligros del viaje ilegal: pueden caer de trenes, morir de sed en el desierto, caer en manos de violadores o policías mexicanos.

Son ciertos todos estos riesgos. Pero el inmigrante los asume, sabiendo que no hay otra forma de llegar a Estados Unidos. Los responsables de las tragedias que a diario pasan en las fronteras no son los coyotes, sino la corrupción de las policías en Guatemala y México, el cinismo de las autoridades estadounidenses, la falta de oportunidades en El Salvador, etc.Obviamente hay irresponsables e ineficientes entre los coyotes. Así como los hay entre los policías, diputados, periodistas. A los coyotes que cometen delitos contra los inmigrantes, habría que investigar y castigarlos por esto. Pero no por el delito contra las leyes migratorias de Estados Unidos. Por este delito, mejor construirles un monumento. (Publicado en El Faro)