lunes, 27 de septiembre de 2004

La Gran Vía, ¿hacía donde?

Termina el sufrimiento. Al fin, vamos a tener un lugar para "compras al estilo de las grandes ciudades". Están construyendo en El Espino "La Gran Vía", la respuesta de los Dueñas y Simán a los Metrocentros, los Hiper Mall, los Plaza Mundo y El Paseo. Pero quien piensa que han botado otros miles de árboles para hacer nada más otro centro comercial, no ha entendido los nuevos tiempos. La Prensa Gráfica, en uno de sus publireportajes que da propaganda encubierta al proyecto La Gran Vía, nos explica que se trata de un "Life Style Center", o sea que "más (de) un estilo de vida que un comercio." Nos ponen, en toda una serie de publireportajes (no sólo en La Prensa Gráfica, sino en casi todos los medios escritos y televisivos), los ejemplos de dos centros comerciales en Miami, el "Lincoln Road" y el "City Place". Así será, muy pronto, La Gran Vía...
¡Qué barbaridad! Estamos botando los cafetales y bosques de El Espino para tener un pedazo de Miami. Para tener un estilo de vida importado de Miami. ¡Qué estupidez! "Compras al estilo de las grandes ciudades", "cosmopolita", así informa La Prensa Gráfica ("Noticias de Verdad") sobre el proyecto de los Dueñas y Simán. Lo cosmopolita, el estilo de las grandes ciudades, reducido al mall gringo.

Lo que está creciendo en lo que hace poco fue la finca El Espino, es la antitesis de la ciudad, de lo urbano, del estilo de vida urbano. El comercio grande, en vez de hacerse cargo de su responsabilidad sobre el centro de la ciudad que lo vio nacer y crecer, lo abandona y lo deja a la merced del comercio informal y de la incapacidad de las burocracias municipales. Primero se van al Metrocentro. Después a la Escalón, construyen Villas Españolas, Galerías, El Paseo. Ahora al Espino. El gobierno le sigue. Quiere construir, a la par de los malls que marcan el estilo de vida a la Miami, el nuevo centro de gobierno. La presidencia ya se fue de San Jacinto, donde tenía la ventaja de estar rodeada por la vida real, a la salida a Santa Tecla y Merliot.

El centro de la ciudad fuera de la ciudad, eso no puede funcionar. Es el tiro de gracia a la ciudad San Salvador. Destruye el urbanismo. La vida urbana ya no tiene centro, centro de gravedad, lugar común de encuentro para todos, se diluye y dispersa en los suburbios. El centro ya fue declarado ingobernable por el alcalde. En vez de renunciar para dejar que tal vez otro intente a gobernar y sanear la ciudad, Rivas Zamora tolera que el centro se consolide como un gran mercado central.

El Metrocentro se va a convertir en el sustituto del centro histórico. Un centro privado, con seguridad privada, donde la gente puede pasear, ver escaparates, comprar, ir al cine. Una vez que se establezca el nuevo Life Style Center en Merliot (la suma de Cascada, Multiplaza y Gran Vía), el Metrocentro va a sufrir, gradualmente, una transformación social, cultural y comercial. Lo que fue inaugurado como el centro comercial para los pudientes terminará sirviendo a los pobres, con todas las transformaciones que esto significa.

La Escalón ya tiene contado su tiempo. Le va a alcanzar la misma suerte que la Laico o la Flor Blanca. Las señoras casas de los ricos que se fueron, convertidas en prostíbulos.
Todo esto pasa, de manera incontenible, cuando ni el gobierno municipal, ni el gobierno central y mucho menos los poderes fácticos de los grandes consorcios tienen una visión de urbanismo, ni asumen su responsabilidad para la ciudad.

Si los grupos Poma, Dueñas, Simán, Murray Meza que siempre se tildan de visionarios y pioneros realmente fueran un poco más que simples mercaderes, no hubieran escogido (y destruido) la finca El Espino para desarrollar el nuevo centro, sino el centro histórico de San Salvador. No con una concepción conservacionista de preservar todo lo histórico, sino con la concepción de devolver al centro su función histórica. Botando todo lo que ya está en ruinas, dejando como islas las pocas partes históricas rescatables, quedaría suficiente espacio, no sólo para centros comerciales integrados en la infraestructura y el tejido social urbano, sino además para parques y parqueos amplios, para universidades, para el centro de gobierno y para modernos y creativos complejos habitacionales.

Si realmente estos grupos pudientes tuvieran interés en nuestra ciudad, no la hubieran abandonado, no la hubieran dejado en manos de la inercia del gobierno municipal y de la vorágine del comercio informal. No se hubieran zafado de la ciudad y su responsabilidad con su futuro yéndose a los suburbios.

Claro, lo que hubieran construido en el centro de la ciudad, no hubiera sido copia de los malls gringos. Tal vez se hubiera parecido al verdadero "estilo de las grandes ciudades", pero no ciudades como Miami (o Houston o Los Angeles), sino más bien ciudades como San Francisco, Paris, Barcelona, Bogotá, Lima o Berlin. Ciudades que han hecho esfuerzos grandes, sostenidos y concertados entre gobierno municipal, gobierno central, capital, comercio y vecinos para recuperar sus centros, volverlos seguros, limpios, creativos, lugares de comercio, cultura, encuentro, diversión. Volverlos corazón y alma de las ciudades. De otra manera, desalmadas, las grandes metrópolis se vuelven monstruos.

Nosotros estamos tolerando que estén destruyendo el centro y al mismo tiempo las áreas verdes que rodean la ciudad. ¿Qué ha pasado con los miles de manifestantes que hace pocos años juraron defender al Espino? ¿Qué ha pasado con la izquierda que ganó el control de las alcaldías de casi toda el área metropolitana, y que juró no sólo defender al Espino sino también a los centros de nuestras ciudades? ¿Qué pasa con todos nosotros que estamos viendo lo qué están haciendo a nuestras ciudades y tampoco nos levantamos para defenderlas? (Publicado en El Faro)