lunes, 13 de noviembre de 2006

Combatientes contra la violencia

Todo indicaba que era una idea demasiado atrevida y que no iba a funcionar: reunir en Morazán a un millar de excombatientes guerrilleros bajo el lema “No a la violencia”. Llovió en chorros. Tuvieron de un día al otro que conseguir otro local para la fiesta, ya que el FMLN local se había encargado de sabotear el evento; lo mismo pasó a última hora con el equipo de sonido, con los buses contratados para movilizar a la gente de los diferentes puntos de Morazán. Hubo chantajes, rumores sobre la inminencia de violencia, amenazas. Todo bajo el lema: “Joaquín Villalbos viene a Morazán a fundar un partido – y no lo vamos a permitir.”

Sin embargo, el pasado sábado -17 aniversario del inicio de la ofensiva guerrillera de 1989- al mediodía empezaron a llegar a Perquín caravanas de buses, camiones, carros, todos repletos de excombatientes del ERP y sus familias. El turicentro “Cueva del ratón” se empezó a llenar de hombres y mujeres -la mayoría entre 35 y 60 años de edad. El típico rango de edad de ex-combatientes de la guerra civil salvadoreña. Se llenó también de niños, sobre todo de 15 para abajo. Los niños de la paz. A las 5 de la tarde, por arte de magia para quienes no se acuerdan de la creatividad, capacidad de improvisación y del genio logístico de los guerrilleros de Morazán, estaban ahí unas dos mil quinientas personas - mil de ellos ex-guerrilleros y ex-guerrilleras, el resto sus hijos, sus esposas, sus esposos. La mayoría de los veteranos vistiendo una camiseta gris que en el pecho luce el emblema de la BRAZ – la temible Brigada Rafael Arce Zablah del ERP, nacida y entrenada en estas tierras de Morazán. 11 de noviembre, aniversario de la ofensiva “Al tope y punto” del 1989 – ¿un evento más de nostalgia guerrillera, de consignas inflamatorias, de romanticismo revolucionario, de quejas interminables? No, todo lo contrario. La camiseta gris lleva en la espalda las letras: “Veteranos del ERP - ¡No a la violencia 2006!”

“No a la violencia” - consigna llevada con visible orgullo por hombres y mujeres curtidos en cientos de combates. Por los guerreros más temibles de la guerrilla salvadoreña. De adultos que en su juventud fueron entrenados como fuerzas especiales.

“Veteranos guerrilleros”: gente que ha dicho sí a la violencia cuando se trataba de erradicar del país al terrorismo de Estado, la tortura, la represión. Hoy dicen “No a la violencia 2006”, porque están dispuestos a defender la paz conquistada por ellos: contra el autoritarismo del Estado de 2006; contra el aventurismo de la izquierda que produjo un 5 de julio y sigue produciendo tomas violentas de la Universidad y de hospitales; y también -me consta de todas las pláticas con mis ex-compañeros de armas en el turicentro “Cueva de ratón”- en contra de la violencia delincuencial y la violencia estructural que la produce.

Los veteranos del ERP y sus miles de bases sociales históricas -campesinos ambos en su gran mayoría- se encuentran dispersos, no organizados, no representados. Pocos de ellos siguen militando en el FMLN. Algunos se han incorporado en otros partidos, del CD y FDR hasta el PDC e incluso ARENA. La gran mayoría -como la mayoría de la población- no tiene partido.

La gran sorpresa del 11 de noviembre en Perquín: Por muy dispersos que estén, siguen siendo organizadores, militantes de causas progresistas, activistas, soñadores. De guerrilleros se han convertido en ciudadanos. Lo que el FMLN no ha podido hacer – de partido de cuadros, de “vanguardia revolucionaria” convertirse en expresión de la sociedad civil, los veteranos del ERP lo han hecho, cada uno o en pequeños grupos, obligados por las exigencias de la sobrevivencia, combinados con las exigencias de su conciencia y por el abandono en que la dirección del ERP dejó a sus bases después de los Acuerdos de Paz. El gran potencial de esta militancia histórica del ERP (cientos de ex-combatientes, ex-jefes, ex-comandantes, ex-colaboradores, ex-organizadores, ex-conspiradores, ex-contrabandistas de armas, ex-agentes de inteligencia que en este histórico reencuentro en Perquín se proclamaron “combatientes de la paz” y “guerrilleros contra la violencia”) reside precisamente en esto: Son ciudadanos, no funcionan con lógica de partido sino con lógica de sociedad, con la lógica de país.

El FMLN puede dormir tranquilo: Ahí no se está gestionando un nuevo partido. Nadie está pensando en refundar el ERP. No hace falta sabotear, chantajear, amenazar. Y Joaquín Villalosbos, aunque hubiese querido –lo que dudo-, no hubiera podido fundar un partido.

O tal vez los responsables locales del FMLN en Morazán -quienes obviamente conocen lo que era el ERP y saben que ahí están enfrentándose no con una organización sino con un estilo de trabajo, con una manera de asumir compromisos, con una capacidad de movilizar y potenciar recursos populares- temen precisamente esto: que los miles de veteranos del ERP, una vez que salgan de su dispersión, incomunicación y automarginación de la política se conviertan en catalizadores de la sociedad civil. Talvez por esto trataron tan arduamente de sabotear el reencuentro del ERP.

Claro, en este encuentro -una vez que “Los Torogoces” instalaron su equipo de sonido y cantaron las viejas canciones guerrilleras, una vez que hicieron aparición y hablaron los hombres que simbolizan la historia del “Morazán heroico”: el padre Rogelio, la “voz guerrillera” Santiago, el comandante Jonás- se gritaron las viejas consignas, se expresaron las emociones. Tal vez por ratos se calentaron los corazones, pero no las cabezas. En el fondo, por más que le causen emociones estas caras casi mitológicas y el sonido de las viejas consignas, en el fondo nadie de estos viejos guerreros cree ni en mitos ni en consignas. En el fondo, no fue un encuentro político, mucho menos partidario, sino un encuentro social, mejor: un reencuentro humano. No fue un mitin combativo, sino reflexivo.

En el fondo, todos los que estábamos en esa extraña fiesta de lodo, tamales, música, memorias y abrazos sabemos que nuestra fuerza no reside en la unidad sino en la diversidad. En esta fiesta estaban veteranos guerrilleros convertidos en militantes de todos los partidos existentes en el país; gente que trabaja en medios generando opinión pública; gente que trabaja creativamente en sistemas de fomento a microempresas, cooperativismo, movimientos sociales y gremiales... Y parece que todos siguen compartiendo el mismo ideario que los unió en la guerra: justicia, libertad, creatividad, pluralidad. Y sobre todo el compromiso de ser eficientes, no quedarse en teorías, no darse pajas, sino trabajar, hacer, mover, transformar.

Hay otra cosa que para mí -y creo que para muchos- era un sueño hecho realidad este fin de semana en Morazán: ver a mis hijos jugar, bailar, coquetear, bañarse en ríos... con los hijos de mis ex-compañeros de armas. ¿Y no es esto lo que hemos soñado cuando anduvimos aquí comiendo mierda, subiendo cuestas, tirando balas: Primero, tener hijos; segundo, verlos crecer juntos, el mío urbano con el otro campesino, hermanos en una sociedad en paz, tercero, tener ríos y montes donde podemos ir a pasear tranquilos y seguros?

¿No era esta nuestra utopía? Entonces, ¿cómo no vamos a defender esta paz contra lo que sea y desarrollarla para que sea integral?

Veteranos de 1981-1992 contra la violencia de 2006. Genial. Tres o cinco ex-combatientes que viven en Morazán tuvieron el sueño de reunir a todos los veteranos del ERP bajo este lema. Y lo lograron, sin fondos, en contra de sabotajes y chantajes. Y miles llegaron, a pesar de todo: a pesar del tiempo que ha pasado, a pesar de la lluvia, a pesar de su dispersión, a pesar de lo que les ha costado su reinserción, a pesar del sabotaje por parte del partido que dice que los representa.

Regreso de este viaje con una reflexión que no me deja en paz: ¿Será que lo extremadamente duro que ha sido para la mayoría de las bases del ERP su reinserción -porque no han tenido un partido que los tome de la mano; porque el ERP se fue y se disolvió; porque en el FMLN no se sintieron a gusto- ahora resulta que ha sido una gran ventaja? Porque ha obligado a los ex-combatientes y bases a insertarse de verdad en la sociedad civil, convertirse en ciudadanos – sin perder su capacidad organizativa, su capacidad de asumir compromisos. No estoy seguro. Pero lo que he encontrado en Perquín, Morazán, no es una masa que espera partido que la organice y dirija. He encontrado -en este reencuentro- un montón de personas muy probadas, muy capacitadas, muy maduras y muy comprometidas que están buscando cómo ponerse en función de una sociedad civil que quiere defender y profundizar la paz.

(Publicado en El Faro)