lunes, 27 de noviembre de 2006

Compremos el diario antes de que lo arruinen

De repente, el destino del periódico más prestigioso de la ciudad está en la boca de todos. Descontenta con la manera en que los dueños lo manejan, la ciudad, la comunidad, sus líderes empresariales e intelectuales toman la palabra y dicen: Este periódico es una institución, no simplemente una inversión; tiene que reflejar los intereses de la comunidad, de la sociedad civil de esta ciudad, no los intereses de los dueños de aumentar su rentabilidad; su función principal es informativa, no monetaria.

Y comienzan estas voces desde la comunidad metropolitana a imputar las decisiones que los dueños del periódico han tomado. No aceptan que las decisiones estratégicas sean tomadas en función de maximizar la ganancia, exigen que sean tomadas en función del rol informativo, cultural, institucional que el periódico tiene para la ciudad y sus habitantes.

Prominentes líderes empresariales de la ciudad, quienes durante años han usado su inmensa riqueza para financiar proyectos de salud, educativos y culturales en la ciudad, se oponen a la sustitución del gerente general y, poco después, del editor jefe del periódico. Ambos habían retado a los dueños negándose a implementar sus planes de corte de personal y de gastos de redacción. Su sustitución por ejecutivos fieles a los intereses de los dueños había encontrado primero resistencia, luego frustración y fatalismo en las filas de los periodistas, editores y columnistas del periódico. Pero lo realmente nuevo: también en las filas de los lectores e incluso de los anunciantes.

Cuando los dueños no cedieron ante las críticas ni de los periodistas, ni de los lectores y tampoco de los prominentes empresarios locales, algunos de ellos tomaron acción en el asunto: presentaron a los dueños ofertas de comprar el periódico. En el momento hay por lo menos tres ofertas multimillonarias serias sobre la mesa. Compiten entre ellas, pero tienen un elemento básico en común: el propósito de convertir al periódico en una institución sólida que prioriza su función informativa y en beneficio de la comunidad metropolitana encima de la maximización de la ganancia.

Las personas detrás de estas ofertas no son intelectuales izquierdosos, ni sindicalistas, ni soñadores románticos (normalmente no tienen la liquidez necesaria para comprar periódicos grandes), sino empresarios que tienen esta liquidez precisamente porque han probado, en el duro mundo de los negocios y las finanzas, que saben administrar, saben competir, saben de costos y su relación con los ingresos. Uno hizo su dinero en construcción e inmuebles y se unió con otro que se hizo millonario con sus supermercados; la segunda oferta proviene de uno de los personeros más ricos y prominentes del país, cuya riqueza proviene de su liderazgo en el mundo del entretenimiento; y la tercera oferta –hasta ahora la menos consolidada pero la más interesante- fue hecha por un miembro disidente de la familia fundadora del periódico y de la junta supervisora de la empresa que ahora es dueña del periódico. Este hombre con su apellido tan aristocrático, cuyos predecesores determinaron la historia de la ciudad, quiere movilizar a los lectores y anunciantes del periódico a crear un fondo común para recuperar el periódico, modernizarlo y usarlo para fomentar el desarrollo de la comunidad metropolitana. Sobre todo: para hacerlo, de una vez por todas, independiente del gran capital financiero y sus intereses.
El actual estado de las cosas: Los dueños del periódico dejaron saber que no están interesados en vender el periódico a nadie. Por lo contrario, anuncian seguir adelante con sus planes de reducir costos y personal y sustituir a todos los ejecutivos opuestos a esta política.

Entonces, los empresarios interesados en comprar el periódico aumentaron su apuesta: quieren comprar todo el consorcio dueño del periódico, desmembrarlo y quedarse con el periódico que consideran institución insignia de su ciudad digna de recuperar, sanear y fortalecer en independencia editorial y en su misión informativa, cultural y fiscalizadora.

Me imagino que a esta altura el último de mis lectores se ha dado cuenta que no estoy hablando de La Prensa Gráfica ni de El Diario de Hoy. No que no sean dignas de una acción decidida de recuperación. No que en estos periódicos no sea necesaria la intervención de empresarios visionarios…

Lastimosamente, en El Salvador no han aparecido ni editores ni mucho menos gerentes generales de periódicos dispuestos a arriesgar su carrera oponiéndose a los intereses de los dueños. Lastimosamente tampoco han aparecido empresarios dispuestos a invertir e intervenir en el rescate de nuestros periódicos. No tenemos empresarios tan visionarios que estén decididos a financiar medios para que sean fuertes, profesionales e independientes – incluso de ellos mismos. No han tomado acción aquí empresarios que apuestan a un medio que, en vez de depender de ellos y servir sus intereses, dependan del conjunto: la ciudad, el país y de la comunidad.

Sin embargo, la historia aquí contada no es invento. Es la historia reciente de Los Angeles Times, uno de los tres periódicos líderes de Estados Unidos. Lanzado por la familia Chandler en 1886, fue vendido en 2000 a la Tribune Company con sede en Chicago, la cual, a su vez, es controlada por inversionistas de Wall Street.

En seis años, los nuevos dueños han cambiado tres veces a los máximos ejecutivos de dirección del Los Angeles Times para reducir personal y costos editoriales. En Octubre del 2006, obligaron a renunciar al publisher (gerente general) Jeff Johnson, porque junto al editor (jefe de redacción) Dean Baquet, se negó a ejecutar los planes de reducción de personal y gastos, con el argumento que “periódicos no pueden abrir su camino hacia el futuro con recortes”. Un mes más tarde, también el editor jefe Dean Baquet es forzado a renunciar. Su pecado: En vez de despedir a sus colaboradores, convocó una conferencia de editores de todos los medios que propiedad de la Tribune Company, organizando la resistencia contra la casa matriz. Sí, existen editores con columna vertebral intacta…

Tampoco los empresarios visionarios son invento mío. Existen. Por lo menos en Los Ángeles: por ejemplo Eli Broad, quien se hizo multi-billionario en el mercado de construcción y famoso por sus donaciones –igualmente billionarias- a las instituciones culturales de su ciudad; por ejemplo Ron Burkle, quien hizo su fortuna con supermercados; por ejemplo David Geffen, magnate de la industria musical y cinematográfica, amigo personal de Bill Clinton, ex novio de Cher.
También es personaje real el heredero rebelde: Harry B. Chandler, bisnieto del fundador del periódico e hijo del último Chandler al mando del periódico. Tampoco es un hippie o romántico. Representa los intereses de la familia Chandler en la junta del Tribune Company. Este heredero de una familia que durante décadas controlaba buena parte de los destinos de Los Ángeles, dice lo siguiente: “Todos deberíamos estar preocupados ante la posibilidad de una venta del LA Times a unos dueños que le quieren exprimir incluso más ganancias; o a un empresario egocéntrico con una agenda personal. Por Dios, mi bisabuelo fue este tipo de personaje, y a mi papá le costó el trabajo de medio siglo para deshacer este legado de un periódico como instrumento de una persona y convertirlo en el gran periódico que es ahora.”

Por esto, Harry B. Chandler, en vez de apoyar a los diferentes billonarios que quieren comprar el LA Times, propone un modelo “más allá de las corporaciones y de los especulantes de la bolas de valores”: amplia distribución de las acciones entre los lectores y la comunidad de Los Ángeles.
Leyendo las distintas declaraciones de los tres grupos que quieren comprar y rescatar al LA Times, parece que todos quieren, aunque con métodos y enfoques diferentes, lo mismo: un periódico al servicio de Los ángeles; un periódico libre de intereses foráneos, incluyendo los de Wall Street. Un periódico profesional, donde los criterios periodísticos prevalecen sobre los intereses financieros. Un periódico que sea financieramente sano, pero en función de su misión editorial.

Que bueno que hay periodistas, editores, gerentes y potenciales inversionistas capaces de compartir este sueño. Aunque lastimosamente, no en San Salvador… Pero como dicen: Cuando el chucho ladra en Estados Unidos, nosotros movemos la cola. Ojalá.

PD. Este es una columna de opinión, no una investigación. Toda la información se basa en dos artículos en Los Angeles Times: de James Rainey/Thomas S. Mulligan del 9 de noviembre de 2006; y de James Rainey del 6 de noviembre de 2006; y uno de Eva Schweitzer en Die Zeit (Alemania) del 28 de noviembre de 2006.
(Publicado en El Faro)