lunes, 1 de enero de 2007

Gracias al barrio

Un día de estos, nos reunimos todos los integrantes de nuestro comité del barrio, esta vez no para trabajar sino para celebrar. Un cumpleaños, navidad, año nuevo… Pero en el fondo para celebrar el mero hecho de que el comité existe. Aunque nunca lo discutimos, todo el mundo sabe que este trabajo comunitario es vital. El panadero, la pupusera (ahora convertida en concejal municipal, después de años de servir de “capitana” del comité), la trabajadora de salud, la activista municipal (convertida en encargada de turismo), la peluquera, el motorista (quien también maneja la tienda en frente de mi casa), el escultor, el periodista, la estudiante (nuestra ex-candidata a reina), el pensionado norteamericano (que regala clases de inglés a la juventud local), el funcionario universitario, la ama de casa, la artista y dueña de restaurante, el trabajador municipal (que convierte basura en abono orgánico)… cada integrante de este comité tiene trabajo de sobra, pero todos sacrifican sus fines de semana para mejorar la vida en su barrio, para crear un sentido de pertenencia entre sus vecinos.

Organizan convivios, cuidan y arreglan el parquecito, exhiben películas al aire libre, reúnen fondos con rifas y la venta de comidas típicas, construyen la carroza del barrio para las fiestas patronales, promueven la limpieza y el adorno de las calles; gestionan con la alcaldía y con la policía, resuelven problemas entre vecinos…

Resisten cualquier tentación de manipulación política. No se dejan instrumentalizar ni por la alcaldía, ni por partidos, ni por iglesias. No discuten política. La hacen a nivel del barrio. En este comité trabajan, en total armonía, gente de izquierda y derecha, gente con o sin partido, gente con o sin iglesia. Gente de todos los niveles educativos y de niveles de ingresos muy diversos. Gente de todas las edades.

Si los sociólogos analizan las causas de los graves problemas de inseguridad y violencia, hablan del tejido social roto. Es cierto, hay que rehacer el tejido social. Esto es exactamente lo que los integrantes del comité del barrio están haciendo. Produciendo antídoto a la descomposición social.

En nuestro barrio nuestros hijos pueden jugar en la calle hasta bien noche; los adolescentes pueden vagar en la calle sin problema; podemos tener las puertas abiertas; podemos vivir sin miedo.

Gozamos de seguridad, no porque allí esté patrullando la PNC, no porque estemos pagando seguridad privada, no porque operen comités de vigilancia ciudadana. Gozamos de seguridad porque existe el comité del barrio, porque hay cohesión social, porque saludamos a nuestros vecinos, porque el que llegue a vivir al barrio es bienvenido y aceptado como vecino.

Cuando nosotros llegamos a vivir al barrio, cansados de la vida estresante, anónima, aislada, desconfiada en la ciudad, a los pocos meses nos vino a visitar una delegación del comité del barrio. Nos invitaron a participar. En menos de un año estábamos convertidos en orgullosos y respetados ciudadanos del barrio. Todo el mundo nos conocía. Nuestro hijo conoció una libertad nunca antes soñada, apropiándose del barrio, del pueblo entero, protegido por un tejido social que provee seguridad, pertenencia, solidaridad.

Un amigo que vino a vivir en el barrio hace menos de dos meses, participó en todo el intenso trabajo del comité alrededor de las fiestas patronales, y ahora camina las calles del barrio siendo conocido, integrado, asumido como vecino, como integrante del comité. Vive solo y no está solo.
El Faro me pidió, para el fin del año y el comienzo del nuevo, una columna de reflexión. Que hable de lo más importante del año. Pensando en cómo salir de esta tarea, se me atravesó la celebración del comité – y decido dedicar esta columna al Comité Permanente del Barrio Concepción de Suchitoto. Es lo más positivo que estoy viendo semana a semana. Es lo que me permite tener optimismo y sentirme orgulloso de algo que hago. ¡Además ganamos el concurso de carrozas! Construimos la más bella carroza del pueblo –una inmensa canasta de frutas- y ganamos.

Parece de poca trascendencia, tomando en cuenta los serios problemas del país. Grave error. La manera como se diseñó y construyó la carroza, como se seleccionó y preparó a nuestra candidata a reina, como casi todos los niños del barrio acompañaron a la reina y la carroza en su recorrido por el pueblo, convirtiéndolo en un carnaval, y finalmente la manera como nuestro triunfo en el concurso de carrozas llena de orgullo a los vecinos del barrio – todo esto aumenta la cohesión social, fortalece el tejido dañado, construye confianza y seguridad, abre caminos para la resolución de problemas…

¿Es un ejemplo para otros barrios, otras colonias, otras comunidades, en otras ciudades? Me imagino, aunque no hay recetas. Pero como dije en una columna anterior: Para construir seguridad, lo mejor es trabajar para mejorar nuestra calidad de vida. En este sentido, más que comités de seguridad ciudadana, que cada uno forme su comité de barrio, limpie el parque, trabaje con sus vecinos, se olvide de política partidaria, abra sus puertas, construya carrozas fantásticas…
(Publicado en El Faro)