jueves, 3 de julio de 2008

Hay que saber leer as encuestas

Los números siguen siendo fatales para ARENA y Rodrigo Ávila. La ventaja que lleva el candidato del Frente, en cuanto a intención de voto, ha aumentado y ahora es de 14 puntos porcentuales. De cada 100 salvadoreños, 37 dicen que votarían por Mauricio Funes, y sólo 23 dicen que votarían por Rodrigo Ávila. En marzo eran 27 contra 20. Los dos han subido, porque mucho más potenciales votantes que antes se mostraban indecisos o anuentes a contestar, hoy se inclinan por uno de los candidatos y lo confiesan. Pero Funes ha subido 10 puntos y Ávila solamente 3 puntos.

Esos números no me extrañan, por nada. Eran previsibles, ya que ARENA no hizo nada sustancial para romper con la percepción de que Mauricio Funes es el candidato del cambio y Rodrigo Ávila el del continuismo. Por lo menos no hasta la fecha del corte que hicieron los entrevistadores a mitad de junio.

Ahora los ciudadanos dicen lo mismo que muchos analistas, de todas las formas posibles, hemos dicho: Si ARENA no hace algo dramático, algo que de un golpe cambie la percepción pública, pierde las elecciones. Con medias tintas, con decisiones graduales, sin audacia, con innovaciones tibias y parciales, no pueden transmitir el mensaje que el enfrentamiento no es cambio versus continuismo. Quien habla de estabilidad, sin mostrar en la práctica (y comenzando en casa propia) la voluntad a la reforma consecuente, corre el riesgo que la gente entiende que está defendiendo el status quo.

Hay que saber leer las encuestas. Ante la ausencia de una opción en la cual se combinan y estabilidad y cambio, la gente opta por la promesa de cambio, por más indefinido que sea. Esto da ventaja al Frente sobre ARENA mientras la última no se atreve a abrirse a las fuerzas ansiosas a iniciar la segunda generación de reformas institucionales y sociales de la posguerra.

Hay que saber leer las encuestas. Lo más fatal sería que los candidatos (los dos) trataran de traducirlas directamente en promesas. Es un fenómeno obvio que la gente está cambiando las prioridades de sus preocupaciones. Sólo unos 5 por ciento se declaran preocupados por la seguridad, y casi 50% ponen a la cabeza de sus preocupaciones y demandas el alto costo de la vida. Traducir esto de manera lineal y mecánica en una avalancha de promesas de regular los precios, sería no sólo irresponsable sino también ineficiente. La gente no espera de sus futuros residentes que les digan lo que ellos quieren escuchar, sino que les expliquen cómo resolver --y no sólo a corto lazo-- los problemas.

Cuidado con las promesas, porque las que no se cumplen, son mentiras. Y lo que ahora menos acepta el electorado son mentiras.

(Diario de Hoy, Observador Electoral)