jueves, 10 de diciembre de 2009

Carta al asesor policial del presidente

Estimado amigo:

No lo conozco, ni sé su nombre. Pero quiero felicitarle públicamente. En su misión principal -ayudar al presidente a diseñar una estrategia para lucha contra el crimen- usted es un total fracaso. No hay ni estrategia.

Pero hay que reconocerle un éxito importante: Le enseñó a nuestra dupla presidencial a manejar magistralmente el juego de policía malo-policía bueno. Nunca he visto, en ningún país, a gobernantes tan creativos en este arte del juego de apariencias y contradicciones...

En la policía, es el arte de ablandar al sospechoso exponiéndolo a un cuilio malencarado que lo amenaza y le da palizas, y luego a otro con cara de buena gente que le comprende y le da cigarros...

En política, es el arte de ablandar a todo el mundo, exponiéndonos a un vicepresidente que nos asusta con reformas al estilo cubano, con control de medios y con meternos en el ALBA de Chávez – y el día siguiente viene el presidente de la República calmándonos los nervios y nos dice: No le hagan caso a este señor. Está loco, pero yo lo tengo bajo control. No habrá reformas cubanas en mi gobierno, los medios quedan libres y ¡nada del ALBA!

Así nos tienen: El vice amenazándonos con el socialismo del siglo 21, el comandante Ramiro de la Comisión Política del FMLN asustándonos con el comunismo, el señor presidente prometiéndonos democracia y concertación. El vicepresidente parándonos los pelos prometiendo ‘lucha para vencer al imperio yanqui’, el presidente diciéndonos que es el mejor amigo de Obama.

Le felicito, el truco funciona. Porque cuando uno está asustado, tiende a creer y colaborar al hombre que parece buena gente y nos ofrece compasión.

¿Será que así se explica al alto grado de aprobación del cual goza el presidente?

Saludos, Paolo Lüers

Posdata: ¿Verdad que el que miente normalmente es el ‘policía bueno’? Al fin ambos te joden...

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