Carta a Carmen Aída Lazo: la buena sorpresa en esta campaña
Querida Carmen:
Todo el mundo está esperando que
dedique esta carta al desmadre que Nuevas Ideas armó con el asedio al
Tribunal Supremo Electoral. No voy a escribir esa carta. No es
necesaria. Es más que evidente que Bukele cometió un error y que lo
pagará caro. Producir de la nada un rumor, luego gritar “fraude” y
convocar a su gente a la calle, encabezada nada menos por el secretario
general del partido, para atacar una institución constitucional,
descalifica al candidato. Punto.
Voy a hablar de algo positivo que pasa en esta campaña. De Carmen Aída Lazo.
Te conocí en el momento crítico,
cuando de un día al otro apareciste en el teatro de guerra electoral. Te
vi asustada, insegura en este nuevo terreno que nada tiene en común con
tu vida académica, patinando, sin saber cómo actuar. Pero al mismo
tiempo te vi decidida de hacerle frente, a meterte de lleno para
aprender rápido, a asumir un rol activo, a ejercer la política sin
abandonar tus principios y tu independencia. Y a pagar el costo personal
y social. Cometiste errores. Yo te los señalé y nunca me lo tomaste
mal. Por lo contrario, me retaste a seguirte criticando. En algunos
casos, me hiciste caso. En otros no, y resulta que en estos casos
tuviste razón…
Algunos dirán: “Ahh, este ‘maitro’
está detrás de ella”. Falso: No soy asesor, ni me meto en la campaña.
Soy amigo. Los candidatos necesitan polos a tierra fuera del aparato de
la campaña. Necesitan amigos que los siguen tratando no como políticos,
tampoco como futuras figuras con poder, sino como amigos.
Ya me convencí: nadie te está
dirigiendo o manipulándote. No te dejas. Ni por un partido, ni por el
mismo Carlos Calleja, ni por aves de rapiña que se te acercan para estar
cerca del poder. Lo que hay detrás de la candidata es lo que se ve,
inteligencia, experiencia académica, apertura y enorme ambición de hacer
las cosas bien. s://twitter.com/carmenaidalazo/status/1071059155287465984
Cambié el pantone de mis lentes... ¿Voy a confundir a los electores? ¿Será fraude? 😱 pic.twitter.com/kJlHBlWbRu
Muchos han cuestionado por tu
decisión de relacionarte con ARENA y el PCN, a pesar de que no has
estado de acuerdo con muchas de sus actuaciones y políticas en el
pasado. Tu argumento es simple y me desarmó inmediatamente: “Desde la
academia he criticado la falta de apertura de los partidos hacia la
sociedad civil y hacia nuevos conceptos para solucionar los problemas
del país. De repente hay una crisis de partidos, se abre la puerta y me
invitan a entrar y asumir responsabilidad. Nada menos como
vicepresidente. Si me hubieran invitado a entrar a un partido, hubiera
dicho que no. Pero me invitaron a hacerme cargo de las políticas
sociales y económicas del futuro gobierno. ¿Cómo iba a decir no? ¿Cómo
iba a seguirles exigiendo y criticando?”
Con suficiente distancia de la
campaña pero suficiente cercanía personal he observado cómo has asumido
tu rol frente a los partidos, frente a Carlos Calleja, frente a tus
detractores y la sociedad en general. Ya no hay rastro de la mujer
asustada e insegura que conocí hace pocos meses. Ganaste confianza y
seguridad. Asumiste liderazgo. Construiste tu propio discurso. Respetas y
te ganas respeto.
¿Todo esto suena muy positivo? Sí,
porque es positivo. Tu irrupción a la política es lo mejor que nos pudo
pasar. La antítesis al político clásico que nos despierta tanta
desconfianza no son los profetas de la antipolítica, sino son personas
como Carlos y tú que asumen el reto de mejorar a política. Las nuevas
ideas que necesitan regir al próximo gobierno no vienen de estos
profetas, sino de la capacidad académica y humana de una mujer
profesional que se propone convertir a la persona humana en el eje
rector de la política pública, y que define la política social como el
eje central de la política económica. Si para señalar esta buena
sorpresa en nuestra política tengo que abandonar la comodidad de la
imparcialidad, con gusto asumo el costo.
Te quiero ver actuando desde Casa Presidencial, como correctivo permanente a las influencias sectoriales y partidarias.