viernes, 18 de noviembre de 2005

Es con el Estado, no sólo con el municipio

Muy poco se discute en El Salvador sobre el Estado. Como todo, eso tiene su costo. Por suerte hay algunos analistas de la vieja escuela que no dejan escapar las negligencias. Héctor Dada es uno, y por suerte lo tuvimos en Encuentros para discutir la Reforma Municipal. Inmediatamente nos corrigió: Lo que están proponiendo discutir no es una reforma al municipio, es una reforma al Estado.

Tiene toda la razón: El proceso de descentralización tiene que partir de una redefinición del gobierno central y del gobierno estatal. Lo que se reforma es la distribución de funciones, recursos, competencias entre diferentes niveles del Estado.

El gobierno y ARENA tienen otra concepción: Su Plan Nacional de Descentralización --que según varios de los panelistas no es ni plan ni nacional ni de descentralización-- parte de que el Estado delegue o desconcentre: a instancias fuera del Estado. Ahí caben procesos de privatización, de concesión y de delegación a ONGs o directamente a comunidades. Con tal que el Estado sea “más delgado”, fiel a las doctrinas neoliberales. Obviamente, nada de esto tiene que ver con descentralización. Tanto el diputado Dada como el alcalde Ortiz insistieron que la descentralización que está pendiente en El Salvador tiene como propósito una mayor institucionalidad del Estado a nivel municipal. El Estado descentralizado no es menos Estado, sino probablemente más Estado, más institucionalidad, pero sobre todo más cercanía al ciudadano y más control ciudadano.

“La descentralización es una reestructuración del aparato del Estado, no es una disminución del Estado. Lo otro es un proceso que se inventó el Banco Mundial”, dice Héctor Dada. Punto. Para entender esta concepción, primero hay que concebir que las alcaldías son órganos del Estado, tal vez las más importantes, si en algo cuenta la cercanía a los ciudadanos y la posibilidad de que participen de los procesos de planificación y control de la administración pública. Para mucha gente, el Estado es equivalente a los órganos centrales. El mismo Dada decía en el debate que incluso los alcaldes actúan como si COMURES fuera un sindicato que negocia con el Estado – y no un órgano del Estado.

Un aspecto que no se discutió, pero cabe en ese concepto: La descentralización del Estado no significa necesariamente que las funciones, servicios, recursos sean transferidas a los gobiernos locales. Pueden quedar en manos de un ministerio --de Educación o de Salud, por ejemplo-- pero de un ministerio descentralizado. Hay que dudar que la educación mejore si las escuelas pasen a control de las alcaldías, pero pueden pasar al control de una dependencia local de Educación que trabaja en estrecha vinculación con la ciudadanía, la alcaldía, la comunidad escolar local -- y que tenga un alto grado de autonomía de la burocracia central.

Conozco países donde la policía es local. Y donde su cercanía, su arraigo y permanencia con la población la hace mucho más confiable, más controlable, pero también mucho más efectiva. No estoy proponiendo disolver la PNC crear un montón de departamentos locales de policía adscritas a los gobiernos locales. Estoy diciendo que una policía tan centralizada --y tendencialmente militarizada-- como la PNC, en la cual ni jefes ni agentes tienen arraigo local, probablemente no es lo más democrático ni lo más eficiente. ¿Por qué no descentralizar la PNC, creando instituciones policiales locales fuertes y unidades centrales altamente profesionalizadas?
Entonces, el debate sobre descentralización está abierto. Hasta ahora, nadie tiene una propuesta integral. Como dijeron en Encuentros: hay que repensar el Estado.

(Publicado en encuentroselfaro.net)