lunes, 7 de noviembre de 2005

Optimista por realista

La inserción del nuevo FDR en el mapa político salvadoreño parece más exitosa que este y otros críticos han pronosticado. A pesar de todas las incongruencias y contratiempos, ha cautivado la atención permanente de la opinión pública y ha tenido mucho éxito con sus campañas de afiliación. Es una muestra más del vacío que está dejando el FMLN en su proceso de descomposición y erosión.

Sigue válida la tesis que, antes del nuevo FDR, han sostenido otros dirigentes disidentes como Joaquín Villalobos, Fermán Cienfuegos, Salvador Samayoa, Facundo Guardado y Héctor Silva: que el país, para avanzar en su agenda de reformas institucionales, necesita una izquierda diferente, democrática, pluralista, tolerante. La diferencia es que en el año 2005 este vacío, al ritmo acelerado que el FMLN se va reduciendo a un partido excluyente de cuadros, se ha vuelto mucho más grande que en los anteriores momentos de ruptura de la izquierda.

El gran optimismo que hoy expresan y viven los dirigentes del nuevo FDR obviamente no toma en cuenta que así, con un gran empuje, optimismo y apoyo considerable, se lanzaron también el Partido Demócrata de Villalobos, el Movimiento Renovador de Facundo y el CDU del 2003, con Héctor Silva.

Auguro que el FDR, igual que los intentos anteriores, va a fracasar en las primeras elecciones que los tocan. ¿Por qué tan pesimista?, me preguntó un amigo. No es pesimismo, contesté. No tiene nada malo que el FDR fracase. El FDR es síntoma de la crisis de la izquierda, y como tal es positivo. Es una de estas fiebres que la izquierda tiene que sudar para llegar a componerse.
Esta composición se va dar cuando el proceso de separación de la izquierda del FMLN se convierta en acumulación. Hasta ahora esto no se da. Del FMLN se desprenden personas y pedazos. Más allá del FMLN parece que no existe acumulación sino dispersión.

Los intentos de superar esta dispersión no han dado resultados, porque no han sido sustentados en la formulación de un proyecto político conjunto, sino en meras tácticas electoreras. La incapacidad de la izquierda democrática de formular un proyecto político coherente se debe a una cosa muy sencilla: el proyecto nuevo tiene que ser basado en una identidad propia, claramente distinguida, inconfundible e incompatible con el proyecto político de la izquierda conservadora del actual FMLN. Y mientras grandes partes del FDR y del CD no estén dispuestos a marcar, de una vez por todas, esta línea (porque no quieren descartar futuras alianzas), no se puede formular un proyecto político que le dé coherencia, personalidad y urgencia a la nueva izquierda. Sobre todo urgencia: mientras no está claro que el nuevo proyecto no tiene nada en común con el viejo, ¿cómo convencer a la gente de que el nuevo proyecto es mejor?
Cualquier movida --sobre todo electoral-- que la gente entiende como “más de lo mismo en otro disfraz” es inviable.

En este sentido, la estrategia del FDR de establecerse como fuerza electoral relanzando a alcaldes que han gobernado por el FMLN es el error fatal --la movida electorera fatal-- que los va a hacer fracasar como proyecto político alternativo.

Carlos Rivas Zamora ha sido el peor alcalde que ha tenido San Salvador en la posguerra. Y ha sido de los peores alcaldes que ha dado el FMLN al país. La manera en que ha manejado la crisis interna permanente en su concejo muestra falta de liderazgo; la manera en que ha manejado su salida del FMLN, durante meses -que sí, que no, que tal vez, que a lo mejor no- ha mostrado falta de decisión y principios; la manera en que ha manejado (o más bien no manejado) la crisis del comercio informal en el centro, ha mostrado incapacidad, cobardía, falta de voluntad para asumir responsabilidades, vulnerabilidad al chantaje.

Carlos Rivas Zamora ha permitido que el gobierno municipal capitalino fuera secuestrado por intereses mezquinos de fracciones opuestas representadas en el partido y en el concejo municipal, llevando a la administración a un nivel sin precedentes de bloqueo y clientelismo. Esto ha repercutido en todo: las relaciones con los sindicatos; la incapacidad de lidiar con los vendedores informales. En vez de una política del gobierno municipal ha habido políticas de fracciones que conspiraron una contra la otra aliándose con sindicatos o asociaciones de vendedores.

Lanzar a Carlos Rivas Zamora como candidato de la izquierda democrática sería la declaración de bancarrota del FDR y del CD. La única razón son las encuestas que dan al alcalde un alto perfil de popularidad. Cosa que sólo es explicable porque aquí se sigue confundiendo el alto grado de publicidad (que alguien es conocido porque aparece en anuncios, noticieros, y hasta en los camiones de basura) con popularidad y con identificación política.

Dada esta confusión en la opinión pública, es posible que con Carlos Rivas Zamora sea más fácil que un partido nuevo consiga un caudal de votos considerable. Tendría lo que llaman un “piso” más elevado, lo que quiere decir que no tienen que empezar de cero. Esta es precisamente la trampa electorera. Uno va a elecciones sin tener la capacidad de formular y comunicar una plataforma que convence. Entonces, opta por muletas; se agarra de una persona conocida como Carlos Rivas Zamora. Sin importar que con esto termine en aborto el propósito de crear un nuevo proyecto político de izquierda para el país. Esto se llama oportunismo.
Puede ser que en el caso de Santa Ana sea diferente. No lo conozco. Puede ser que relanzar al alcalde Orlando Mena es coherente con el propósito de construir una alternativa democrática de izquierda. Si es así, bienvenido sea y, ¡éxito en Santa Ana!

Pero en el aso de Nejapa ya se ve diferente. René Canjura ha sido un alcalde exitoso. Por lo menos en el sentido técnico. Está en la misma liga con Valentín Castro en San Martín: eficientes, autoritarios, caudillos con habilidad negociadora. Nadie los confunde con demócratas. Relanzar a René Canjura es otra de estas movidas electoreras del FDR que pueden tener sentido matemático pero no político. Para tener fuerza en Nejapa tiene sentido - para construir una fuerza nueva, democrática de izquierda es contraproducente. Es una falta de principios relanzar a un alcalde quien en el 2003 estableció --a punta de pistola de sus tropas locales-- que en Nejapa no puede haber proselitismo de ninguna izquierda que no sea el FMLN. ¿En el 2006 hará los mismo, pero sacando a los activistas del FMLN de “su” municipio?

El FDR y Cambio Democrático tienen que pensar muy bien su apuesta para el 2006. Pueden sacrificar el proyecto político lanzando a figuras como Carlos Rivas, René Canjura y avalando grupos como el de Roberto Hernández que mantienen secuestrada la alcaldía capitalina. Con esta estrategia, con suerte pueden sobrevivir electoralmente, aunque hayan enterrado la expectativa que han creado alrededor del nacimiento de un proyecto político de izquierda nuevo, limpio, democrático. O pueden apostar al proyecto político, aunque tengan que empezar casi de cero.
Ni tan de cero, porque de esta manera --y sólo de esta manera-- podrían dar impulso a un proceso de acumulación dentro de la izquierda democrática hoy dispersa.

La crisis de la izquierda aun no es suficientemente avanzada –y adecuadamente procesada-- como para haber producido una nueva izquierda que ya tenga las dos capacidades: construir y proyectar un proyecto nuevo y mostrar fuerza electoral.

¿Suena pesimista? Sólo en cuanto a las posibilidades del FDR y de CD. Electorales como políticas. No van a tener éxito electoral, aunque sacrifiquen el proyecto político. Por lo demás sigo siendo optimista por que soy realista. Cuando se sienta el polvo del 2006, la realidad del país seguirá exigiendo la construcción de una izquierda capaz de transformar al país y al mismo tiempo fortalecer sus instituciones.
(Publicado en El Faro)