lunes, 2 de abril de 2007

Urgen medidas, pero inusuales

En Alemania, en los años 70, nació una iniciativa muy famosa y exitosa –yo diría genial- llamada “Bureau für ungewöhnliche Massnahmen” (Buró para medidas inusuales). Intelectuales, escritores, artistas y activistas de movimientos sociales se juntaron para iniciar acciones públicas, happenings, campañas, hechos políticos, manifestaciones. Siempre eran eventos de gran creatividad y capacidad de provocación. Los objetivos: sacudir la opinión pública; retar a la clase política; poner un tema en la agenda nacional; provocar reflexiones o incluso acciones políticas y legislativas.

Este Buró –no sé si todavía existe- no necesariamente se dedicaba a realizar los eventos, sino de imaginárselos, proponerlos, provocar que los lleven a la práctica los que tenían que hacerlo...
Algo parecido necesitamos en El Salvador. Ciertas situaciones -de estancamiento, de bloqueo, de inercia, de falta de iniciativa- requieren de medidas inusuales. Y para no recurrir a la violencia, mejor a la creatividad. La creatividad siendo la mejor vacuna preventiva a la violencia.
Imagínense que la próxima vez que los encapuchados que se hacen pasar de revolucionarios se tomen la Universidad de El Salvador -cerrándola, dejando afuera a 30 mil estudiantes-, un contingente de excombatientes guerrilleros tome control del campus universitario. Pacíficamente, porque andan armados de la razón histórica y de la autoridad moral que les da su trayectoria. Imagínense que los guerrilleros retomen la universidad, pero no para cerrarla, sino para abrirla, para protegerla, para brindarle seguridad para que funcione libremente; para entregarla a los estudiantes, a los docentes y a rectora que tanto ha luchado por ella, a veces incluso sola... Imagínense un comunicado de los ex-guerrilleros diciendo que “hemos luchado toda una guerra para conquistar para nuestros hijos el derecho a la educación y para que el Estado respete y financie una universidad al servicio del país - y no vamos a permitir que unos impostores con discurso revolucionario siembren terror y violencia en la universidad para seguirla explotando, manipulando, manoseando, negándole al país el derecho de tener una universidad con excelencia académica, misión social y visión para el país.” ¿No sería una medida inusual pero efectiva para resolver una situación inaceptable?

O imagínense una iniciativa conjunta de ex-militares y ex-guerrilleros de erigir, en las plazas de varios de los pueblos más golpeados por la guerra, monumentos dedicados a las víctimas civiles - indistintamente de la afiliación ideológica de víctimas y victimarios. Imagínense que en los actos de inauguración hablen jefes militares y comandantes guerrilleros, reconociendo sus violaciones a los derechos humanos y pidiendo perdón a las víctimas y sus familias.

O imagínense un evento público donde empresarios hartos de las políticas de exclusión de ARENA, juntos con intelectuales de izquierda cansados de las políticas seudo-radicales del FMLN presenten a la nación propuestas de solución en los distintos campos: educación, salud, medio ambiente, fomento de la productividad, transporte público, planificación urbana, reforma fiscal etc. Imagínense que de esta manera de repente quede manifiesto que derecha e izquierda sí pueden llegar a propuestas conjuntas y factibles, siempre y cuando se liberen de las direcciones partidarias cuya apuesta principal es la polarización.

O imagínense el impacto que tendría en la opinión pública el hecho que una serie de políticos reciclados –de todos los colores y sabores- publiquen una declaración conjunta titulada “Hicimos lo que pudimos – hoy les toca a la generación post guerra”, comprometiéndose de sacar sus manos de la política, no solo de las candidaturas, sino también del conspire detrás de bambalinas. Imagínese que esta declaración fuera firmada por Rubén Zamora, Armando Calderón Sol, Facundo Guardado, Mario Acosta, Héctor Dada, Francisco Jovel, Abraham Rodríguez, Francisco Flores, Alfredo Cristiani, Salvador Samayoa, Hugo Barrera y Héctor Silva, quienes al mismo tiempo hacen un llamado urgente de adherirse a este compromiso a Ciro Cruz Zepeda, Leonel González, Mauricio Sandoval, René Figueroa, Salvador Arias, Humberto Centeno, Will Salgado y Alberto Arene… (El hecho que hay políticos, cuyos nombres que no aparecen en esta lista, no necesariamente significa una invitación de seguir en la arena política-electoral.)

Otras medidas que podría provocar el Buró Salvadoreño de Medidas Inusuales:

La adquisición de un buldózer viejo que circule por el centro de San Salvador, ofreciendo servicio gratis a cualquiera que necesite limpiar la salida de su casa o negocio de basura, champas, comedores, tiendas de campaña, etcétera. Ofreciendo servicio gratis también a cualquiera que quiere botar su edificio dañado desde el terremoto del 1996 y convertir su terreno en un parque, una cancha o un jardín…

La formación de brigadas juveniles en las comunidades que con apoyo logístico de la Fuerza Armada y apoyo económico y organizativo del gobierno, de las alcaldías, de las iglesias y de las universidades implementan programas de limpieza, salud, educación, reconstrucción y organización en sus propias comunidades. Adiós al asistencialismo. Que cada uno meta mano a su problema - y para esto, reciba apoyo.

Abrir las canchas y los patios de las escuelas para el uso de la comunidad en las noches, fines de semana y vacaciones, siempre y cuando exista organización comunal que se haga responsable.
Miles de familias o negocios adoptan los dos o tres postes de luz o telefonía que tienen en frente de su casa, tienda u oficina. Los limpian, los pintan bonito y les ponen rotulitos diciendo: “Poste libre de contaminación política, por favor no hacer pintas ni pegas. Gracias, los vecinos”. Y siempre cuando un partido los mancha, en la mañana los vecinos vuelven a limpiarlos. Si es necesario, todos los días.

Y los artistas del país, convirtiendo los postes limpios en obras de arte…

Etcétera, etcétera, etcétera…

¿Le parecen muy inusuales estas medidas? Claro, de esto se trata. Porque, ¿hasta dónde hemos llegado con las medidas usuales?