lunes, 28 de mayo de 2007

Anticomunismo de izquierdas (de Ricardo Ribera)

Se nos dijo que el comunismo había desaparecido tras la caída del muro de Berlín y el posterior desplome de la Unión Soviética. Sin embargo le ha sobrevivido el otro fantasma: el anticomunismo. Es algo en lo que El Salvador no está solo. En pleno siglo XXI las derechas en otras partes también sacan a pasear su fantasmita cada vez que consideran que asustar al electorado puede rendirles votos. No es, por tanto, nada original de la derecha salvadoreña. Lo que sí empieza a ser un producto típico y exclusivo de nuestro paisito es que sigan con el mismo cuento gentes que uno creía de centro o incluso de izquierda. Es algo que ya no es fácil ver en el mundo.


De ahí que leer la columna de Paolo en El Faro la semana pasada no me haya sorprendido como debería. Dice cosas con las que puedo estar de acuerdo, pero su crítica a Ricardo Valencia es a todas luces desmedida e injusta. Lo peor, todo su escrito rebalsa de un anticomunismo visceral y poco razonable. Insiste en esa tesis de que hay coincidencias en lo que le interesa al FMLN y a ARENA que ya suena vieja y poco convincente. Presupone una identidad entre FMLN y Partido Comunista que es difícilmente sostenible. Y repite el mismo estribillo de las dos extremas que venimos oyendo desde los tiempos de Duarte. En fin, pareciera que tocar el tema “comunismo” le hace perder la brújula y el buen tino.


De ahí el bochornoso espectáculo de pretender impartir lecciones de periodismo al tiempo que su texto adolece de graves carencias. No se puede escribir “yo no pongo en duda los hechos reportados por La Prensa Gráfica” y a continuación, alegremente, especular con una serie de suposiciones y deducciones para rebatir hechos. No se puede afirmar “la mentira… está en el contexto” y después sacar totalmente fuera de contexto la temática. Si su preocupación es qué aporte hizo y qué papel tuvo cada organización integrante del FMLN durante el conflicto armado, cabría pedir un enfoque serio del mismo. A mí en lo personal el tema no me interesa, pero a quien le interese que lo aborde con seriedad. Un recuento y análisis pormenorizado de la guerra civil, que tanta falta hace, sin duda reflejará, aunque sea de manera indirecta esta cuestión. Mientras no se haga, el abordaje prejuiciado y subjetivista más invita a sudar calenturas ajenas. A revivir el sectarismo que creíamos superado.


Por lo menos, la columna en cuestión ofrece sin quererlo cierta claridad sobre lo difícil que habrá sido mantener la mínima unidad al interior del Frente. Deja clara la imposibilidad de mantenerla una vez concluido el conflicto armado. Y también da luces para que podamos entender por qué muchos de los que militaban en organizaciones revolucionarias que eran simultánea y rabiosamente anticomunistas hayan terminado donde han terminado. Querer ser radical o muy militarista no es garantía de nada, en especial cuando el escenario cambia, las formas de lucha también, y éstas exigen usar más el cerebro que los genitales, que están para otra cosa. De ahí el extraño coro de cierta izquierda - o centro, o ex-izquierda, que ya ni se sabe en qué están ni adónde- con la derecha más atrasada, fanática y recalcitrante. Ésa que todavía repite “Patria sí, comunismo no” y que en otro momento inventó el eslogan: “haga patria, mate a un cura”. Un coro desfasado y sorprendente, donde sí hay coincidencia de extremas, la extrema derecha coincidiendo con la extrema centro. Un coro tanto más alucinante y surrealista pues el fantasma al que señalan se autodisolvió hace ya varios años, integrado orgánicamente dentro del partido FMLN. Es un hecho. Comprobable. Aunque no importa pues, como hemos visto, los hechos pueden ser “refutados” con un poco de imaginación, capacidad de deducción y talento para la sospecha. Si no, relean en El Faro “Del PC y su madre KGB”. No tiene desperdicio.


(Postdata: Recién acababa de redactar esta columna, el jueves, cuando alguien me advirtió que El Faro había retirado la de Paolo. Incrédulo, corrí a comprobarlo. Era cierto. Mi primera reacción fue ya no enviar la mía, pues seguramente ya no tenía sentido. Pero después pensé que muchos de los lectores leen el periódico virtual en los primeros días de la semana, cuando la columna de Paolo aún no había desaparecido. Ellos tenían derecho a conocer mi réplica. Considerándolo más despacio, también el resto de lectores tienen el derecho de leer la de Paolo, así como mi respuesta. Es más, el propio Paolo está en todo su derecho a expresar su opinión, pues se trata de esto: de un espacio para la opinión. No me parece que él insulte a nadie, ni siquiera al reportero. Y no es cierto que falte a la “veracidad” o que diga mentiras. Supone cosas, deduce cosas, hace aseveraciones, tal vez de manera ligera y poco responsable. Pero es su opinión. Debe ser respetada. Quien no esté de acuerdo, que haga lo que yo, escribir otra columna para rebatir y para debatir. Por eso lamento la decisión de los editores de El Faro, que creo no tenía antecedentes. El error no está en “no haber aplicado en el momento oportuno los filtros de calidad necesarios”, el error está en censurar una columna de opinión. Justo cuando este medio acaba de cumplir su noveno aniversario, en cumplimiento con “el compromiso de entregar un periodismo honesto, atractivo y de calidad”. Faltaba añadir: ¡y sin censura! El error tiene enmienda. Sugiero un link para que esta semana se pueda acceder a la columna “Del PC y su madre KGB”, de Paolo Luers, permitiendo así el debate. En todo caso y como dice el dicho: “a quien le pique, que se rasque”.)

(Publicado en El Faro)