martes, 29 de mayo de 2007

Un debate intenso (de Carlos Dada)

El retiro de la columna de Paolo Luers titulada “El PC y su madre KGB” ha generado un intenso e interesante debate, y deja ver, en primer lugar, que la nota aclaratoria que El Faro colocó a manera de explicación fue insuficiente. Dadas las interrogantes planteadas por algunos de nuestros lectores he decidido escribir estas palabras para intentar aclarar algunas de esas dudas o, al menos, aportar nuevos elementos al debate.

Hemos recibido una gran cantidad de cartas, preguntas, consejos, felicitaciones, llamadas de atención y reclamos por haber bajado la columna. (Un lector incluso aventuró que se trataba de un truco mercadológico de El Faro para “posicionarse como un medio donde está el mero jugo de los debates de interés”). Tomamos estas expresiones como muestras de cariño, interés y preocupación honesta de nuestros lectores por el trabajo que hacemos todos los que formamos parte de El Faro.

Nueve años se dicen fácilmente, pero ha sido un largo camino en el que hemos tropezado muchas veces e intentado aprender de nuestros errores. Aún falta mucho camino por recorrer, y de esta experiencia, como de las anteriores, esperamos poder también sacar las lecciones apropiadas.

La columna de Paolo la recibí yo el domingo 20 de mayo por la noche, justo enmedio del cierre y puesta en página de la edición del lunes 21, y cometí el error de no revisarla con el cuidado que amerita cada material que publicamos. En ese momento fui incapaz de ver que, cuando la pasé para publicación, estaba avalando un error (el que Paolo cometió con su columna) y cometiendo otro (publicarla). Ambos parten del mismo lugar: Paolo, en su columna, hacía afirmaciones que calumniaban y difamaban a un periodista, Ricardo Valencia, autor de un reportaje publicado en La Prensa Gráfica sobre la transferencia de armas de la KGB al Partido Comunista en los años ochenta.

No me toca a mí, ni a El Faro, defender el reportaje de Ricardo Valencia. Eso le corresponde a él y a sus editores. Y nada del contenido de ese reportaje tuvo incidencia alguna en la decisión de retirar posteriormente la columna de Paolo Luers. Esto lo digo ante algunos reclamos de que El Faro, al retirar la columna, ha querido impedir el debate sobre un capítulo del conflicto armado que sin duda alguna es más importante para algunos de nuestros lectores de lo que nos imaginábamos. Pero esto no es así. El Faro ha sido desde sus inicios un lugar de debate sobre nuestra historia y no pretende dejar de serlo, basta un rápido paseo por nuestros archivos para confirmarlo.

Pero Paolo, tal como él mismo admite, creyó a partir de su propia experiencia que Ricardo Valencia obtuvo toda su información, y consiguió viajar a La Habana, gracias a los buenos oficios del Partido Comunista. No deja espacios siquiera para la sospecha, asume, y asegura, que el periodista básicamente publicó lo que el PC le dijo que publicara. Pero el autor de la columna tampoco tenía otros elementos, más que sus propias elucubraciones, para creer esto. Y se equivocó, porque las cosas no fueron así. Al dar por hecho en su columna que el PC no solo fue fuente, sino creadora del reportaje, estaba calumniando y difamando a un periodista que, como el mismo Valencia expresó en una carta que publicamos en esta edición, vive justamente de que sus lectores le crean lo que publica. Cuando en la dirección del periódico dimensionamos lo grave de las afirmaciones decidimos retirar la columna y poner en su lugar una nota aclaratoria. Básicamente lo hicimos pensando en que, si ya habíamos cometido el error de permitir que se calumniara a alguien en las páginas de El Faro durante dos días, no podíamos permitir que se continuara haciendo. Esas son las ventajas del soporte electrónico, que no está sujeto a las limitaciones físicas ni a los tiempos de los medios impresos. Puedo estar equivocado, pero creo que hicimos lo correcto, lo que nos dictaba nuestro sentido del deber.

La opinión, creen algunos, entre ellos Paolo Luers, es un género puramente subjetivo y no está sujeto a otras reglas más que a la expresión de su autor. No estamos de acuerdo con eso. La libertad de expresión también requiere de responsabilidad. Nuestro compromiso de otorgar a la ciudadanía mejores herramientas a través de nuestras publicaciones, de proveerle de información y puntos de vista diversos, descansa sobre una premisa básica: la búsqueda de la verdad. Y la opinión es también un género periodístico. Cuando El Faro entrega uno de estos espacios a una persona lo hace porque confía en que aportará importantes elementos de reflexión a partir de los hechos que van marcando nuestra vida en sociedad. Confía en que sus opiniones parten de información valorada de manera responsable y, como saben todos nuestros columnistas, que el espacio no es ni para autopromocionarse o abusar del espacio para promocionar causas personales, ni para lanzar acusaciones infundadas. Estas son las normas para los columnistas, y se cumplen, casi siempre, por todos. Cuando alguno de ellos falla, objetamos la publicación y le hacemos saber las razones. Eso es parte de nuestro trabajo y ya hemos dejado varias columnas fuera.

Paolo dice en su última columna que cuando retiramos su texto anterior confirmó que los directores de El Faro le hemos perdido la confianza. Esto tampoco es cierto. La confianza no se pierde por cometer un error con una columna, que es lo único que yo veo aquí. Paolo es provocador por naturaleza, y él sabe bien que nos ha causado más de un dolor de cabeza. Pero su opinión siempre nos ha parecido importante, aún las veces en que no hemos estado de acuerdo con ella.

A Paolo Luers no sólo le hemos confiado una columna de opinión. Le confiamos un proyecto de dos años, que terminó recién el mes pasado, y que consideramos desde el principio fundamental para las aspiraciones de El Faro y sus aportes al país: Encuentros, la cena política de El Faro. Un espacio que tuvo por objeto fomentar la cultura del debate y que él coordinó desde el principio. Cuando a alguien le encomendamos un proyecto de tal envergadura es porque le tenemos una confianza que no se pierde por una columna mal puesta. A pesar de nuestros desacuerdos, y de varias discusiones –que sólo hacen más interesante este trabajo-, él y todos nuestros periodistas y colaboradores saben que irremediablemente viajamos todos en el mismo barco, porque buscamos lo mismo: un verdadero medio de comunicación independiente, inteligente y honesto. En este viaje, todos cometemos errores. A veces los columnistas, a veces los periodistas, a veces los editores y a veces los directores.

Hemos iniciado una reflexión sobre lo ocurrido en estas dos semanas, tomando en cuenta las opiniones de todos los que se han tomado la molestia de escribirnos. Esperamos que eso nos ayude a institucionalizar los procedimientos y avanzar en la consolidación de nuestra organización. Y esperamos que ustedes nos sigan aportando con sus ideas, reclamos y sugerencias. A través del debate y la reflexión, en El Faro buscamos constantemente institucionalizar el carácter de nuestro periódico como un medio plural, comprometido con la honestidad y con el ejercicio serio y responsable del periodismo como bien público, que sirve así a la democracia. Lo que está en construcción es un proyecto que se nutre de la diversidad, pero que es fiel a un núcleo de valores que le dan su identidad.

Pero para los tiempos que se avecinan, si algo El Faro no se puede permitir es quedarse atrapado en esta discusión. Vivimos ya, como parte de la campaña electoral adelantada, un ambiente de intolerancia y condenas absolutas a las que es tan proclive nuestro país, y a menudo también nuestro periodismo nacional. El Faro no va con eso, y nuestro compromiso y obligación es abordar la situación con la independencia y honestidad que nos han caracterizado.

(Publicado en El Faro)