miércoles, 23 de abril de 2008

El arte del hara-kiri político

En una columna anterior escribí sobre la "limpieza" en el centro político. Quiero profundizar este tema, ya que parece que en estos días se van discutiendo, negociando, pactando las alianzas electorales.

Si el PCN hace una alianza electoral con ARENA --o un pacto político con el FMLN-- no causa ningún daño. Excepto al mismo PCN, que cometería suicidio. Pero en cuanto a sustancia política, el país no pierde nada. El PCN hace mucho que ha dejado de representar un proyecto político; su presencia o ausencia no es esencial para el pluralismo democrático, para la sana diversidad ideológica. Es un parásito, no un elemento esencial del sistema político.

Otra cosa sería que el PDC se case con ARENA. Significaría que voluntariamente desaparece la opción centro como proyecto independiente. Y centro sin independencia de los polos no puede existir. Significaría que el candidato de ARENA pueda decir: Yo represento no sólo ARENA, sino también el centroderecha, la derecha social, la democracia cristiana…

Igual el caso que los partidos de tendencia socialcristiana y socialdemócrata hagan una alianza electoral con el FMLN. Significaría la firma del acta de defunción, para El Salvador, de estas tendencias políticas indispensables para el pluralismo político. Permitiría a Mauricio Funes a proyectarse como candidato de una izquierda unida y moderada. El CD y el FDR tal vez no le suman muchos votos al Frente, pero son sumamente útiles para disipar dudas que despierta el FMLN, su historia, sobre todo su historia en la posguerra: las depuraciones, el abandono del pluralismo interno, la dirigencia actual.

Ser candidato del FMLN y tenerse que enfrentar y perfilar contra un proyecto socialdemócrata vivo, es una cosa. Ser candidato de una alianza que incluye la socialdemocracia, es mucho más fácil, sobre todo en las relaciones con los gobiernos y partidos europeos, casi todos de corte socialdemócrata o socialcristiana.

Si CD y FDR, como expresiones partidarias de la izquierda distanciada e independiente de los gobiernos de izquierda autoritaria --Cuba, China, Venezuela-- aceptan entrar en alianza con el FMLN sin una negociación seria, sin condicionar su apoyo para Funes a la elaboración de una plataforma conjunta que respete sus principios democráticos, pluralistas, concertadores, el único que gana es el Frente. Porque habrá logrado quitarse del zapato una piedra muy incómoda que es la voz crítica, independiente, antiautoritaria de la izquierda socialdemócrata y socialcristiana.

En cambio, si la izquierda democrática logra articularse como alternativa independiente, enfrentando al FMLN y a ARENA, no para aspirar al poder, sino para introducir al debate electoral el proyecto socialdemócrata, no van a tener grandes triunfos electorales. Sin embargo, habrán defendido con dignidad un proyecto político alternativo, preservándolo, dándole oxígeno.

Así como a veces las compañías grandes adquieren a sus competidores, no para hacerlos productivos, sino para reducir la competencia, así puede pasar en las alianzas con los partidos mayoritarios. A veces los monopolios se tragan a sus competidores por la simple razón que tienen productos más creativos. Pero no para aplicar las ideas visionarias de la competencia, sino para meter sus patentes y sus innovaciones en las gavetas del olvido. Para seguir con lo mismo.

En el caso de la izquierda, perfectamente aplica esta comparación. Indudablemente, la socialdemocracia (que todavía es mala palabra en el FMLN y declarado enemigo ideológico principal por los partidos gobernantes de Cuba y Venezuela) tiene ideas mucho más creativas, realistas y democráticas que la izquierda ortodoxa para enfrentar los desafíos enormes que los gobiernos enfrentan en un mundo globalizado, con escasez y carestía de recursos. Entiendo que el Frente quiere comprar esta franquicia, para cerrarla.

En la historia de la izquierda, los frentes amplios nunca les han funcionado a los socialdemócratas si están en minoría y entran en alianzas con partidos comunistas. Sólo les han funcionado como resultado de un debate muy serio, muy crítico, incluso muy conflictivo enfrentando los partidos maximalistas y ortodoxos. Y donde la izquierda democrática ha ganado este enfrentamiento ideológico y político.

Sin pasar por este debate, simplemente en base de cálculos electorales, estas alianzas no son alianzas, sino rendiciones, adhesiones.

(Publicado en El Diario de Hoy, Observatorio Electoral)