jueves, 12 de marzo de 2015

Carta a monseñor Vincenzo Paglia y los obispos salvadoreños

Excelentísimos monseñores:
Con entusiasmo hemos todos recibido la noticia de la inminente beatificación de monseñor Oscar Arnulfo Romero. Felicito a la Iglesia Católica por esta decisión. Felicito al arzobispo Vincenzo Paglia, quien durante años ha defendido en Roma la causa de la canonización de Romero. Si ustedes, la Iglesia, y todos nosotros sabemos aprovechar bien este evento, a celebrarse el 23 de mayo en San Salvador, el país entero ganaría un símbolo que nos puede unificar.
Dicho esto, les suplico, monseñor Paglia y obispos salvadoreños, que asuman la celebración oficial de la beatificación como un acto de la Iglesia. Yo estoy claro que este evento trasciende los límites confesionales de la Iglesia Católica. Bueno, la personalidad de Oscar Arnulfo Romero y su importancia histórica trascienden su Iglesia y desde hace años son patrimonio del pueblo salvadoreño en general.
Entonces, cuando digo que ustedes tienen que asumir este evento como Iglesia, por supuesto será la Iglesia en su diálogo con el pueblo, con toda la sociedad civil.
Lo que no pueden ustedes permitir es que el evento de la beatificación se convierta en un acto del Estado. Ustedes mejor que yo saben cuánto daño a la causa de la canonización de Romero ha hecho la extrema politización de su figura por parte de la izquierda salvadoreña y, desde que ascendió al poder, el gobierno de nuestro país.
El proceso de la canonización, así como usted monseñor lo ha descrito recientemente, es un proceso religioso-teológico. No tiene nada que ver con las relaciones de Estado entre el Vaticano y El Salvador. Es un proceso interno de la Iglesia Católica, donde el Vaticano como entidad religiosa se relaciona con la Iglesia Salvadoreña.
Yo sé que el gobierno tendrá que intervenir, como ya lo anunció, en la logística y la seguridad del evento, así como en la creación de condiciones migratorias para los feligreses de otros países y continentes que quieren participar. Pero esto es el límite aceptable de la participación del Estado. Espero que la foto, donde todos ustedes aparecen con el canciller Hugo Martínez se debe a esto – y nada más.
El Salvador es una república laica. El Estado no debe intervenir en asuntos internos de las iglesias, ni mucho menos apropiarse de ellos. El gobierno no debe tratar de capitalizar y hacer suyo un evento de carácter eminentemente religioso. Conociendo el oportunismo de nuestros gobernantes, y la manera sistemática como su partido ha querido reclamar a Oscar Arnulfo Romero como uno de los suyos, no le faltarán ganas de convertir el evento del 23 de mayo en un acto de Estado y, peor aun, de partido.
Ustedes, si realmente quieren que monseñor Romero se convierta en autoridad moral y espiritual de toda la sociedad salvadoreña, los jerarcas de la Iglesia, no pueden permitir esto.
Estoy seguro que usted, monseñor Paglia, y varios de los obispos salvadoreños tienen claro lo delicado de este asunto. Otros miembros de la Conferencia Episcopal, me temo, estarían felices de aprovechar este magno evento para volver a consolidar la alianza Iglesia-Estado, que durante décadas fue el eje central del poder en El Salvador. Irónicamente fue Oscar Arnulfo Romero quien marcó la ruptura de esta alianza, que por nada fue santa.
No me tomen mal este comentario, monseñores. De ninguna manera pretendo interferir en sus asuntos internos, pero sí en la relación política Iglesia-Gobierno, sobre todo cuando es inadecuada.
Con mucho respeto los saludo. Paolo Lüers
(Mas!/El Diario de Hoy)