domingo, 4 de diciembre de 2005

Debates vrs. agendas ocultas

Con este hemos provocado y publicado catorce Encuentros. A veces los debates llevan a una mayor claridad de expresión de las posiciones y contradicciones. Bienvenido sea. Es uno de los objetivos que nos trazamos a concebir Encuentros.

Conocer bien las contradicciones es el primer e indispensable paso en la búsqueda de coexistencias y sinergias. No hay que tenerle miedo a las contradicciones, ni siquiera a las fuertes e insuperables, hay que conocerlas y aprender cómo convertirlas en energía para el cambio y desarrollo.

Pero a veces, en casos excepcionales, es al revés: el debate lleva a poner en duda las contradicciones. Al salir del debate, uno queda con la duda: ¿Son fantasmas esas contradicciones, llevándonos a quijotescos pleitos con molinos de viento? ¿O sea que detrás de las posiciones encontradas se esconden otras que no se expresan? Este debate aquí documentado sobre la Universidad de El Salvador cae en esta categoría. Después de escudarlo, moderarlo, y luego transcribirlo, analizarlo y editarlo, ya no entiendo de qué se trata.

Leyendo el debate, ya no se explica por nada porque uno de los sectores representado en la mesa tuvo que llegar a tomarse la universidad, paralizar la vida académica de 30 mil personas, joderle la vida a los graduandos así como a los estudiantes de nuevo ingreso, amanerar la vida de la rectora, encapucharse y bloquear -si no definitivamente, por lo menos para medio año- la obtención de un fondo de 25 millones de dólares para relanzar la universidad como centro investigativo del país. Reto a nuestros lectores: analicen el debate documentado en estas páginas virtuales, y expliquen porque la UES tuvo que dar este paso para atrás.

Sentados en la mesa de Encuentros, todos coincidieron sobre casi todo: No hay ni habrá ni se permitirá la privatización de la U. Acuerdo unánime que incluye no sólo a la rectora y al vocero de los protagonistas de la toma, sino al rector de la universidad privada más importante del país, al diputado que representa al Frente y al responsable de la política cultural del gobierno Saca.

Hay que recuperar la calidad académica perdida, ampliar la cobertura mediante becas, e invertir en la capacidad investigativa de la universidad: acuerdo unánime entre estudiantado radical, rectora, partidos, universidad privada. Hay que luchar para que el Estado cumpla sus obligaciones con sus hijas: la educación superior pública, la universidad autónoma, la investigación en función del desarrollo del país: acuerdo unánime. Para esta batalla, hasta apoyo en las calles le ofrecen a la rectora los mismos que hace poco no la dejaron entrar a la universidad, la insultaron, la amenazaron (o por lo menos, permitieron que la amenazaran activistas encapuchados). Que unos tienen pánico a los organismo monetarios internacionales - y otros piensan que pueden arrancarles fondos sin dar concesiones… ¿Y qué? ¿Estas son las grandes contradicciones que van a continuar paralizando la alma mater? Está bien que los líderes de este movimiento universitario no le crean a ARENA y al presidente Saca; está bien que en la mesa de debate no le hagan caso a los planteamientos de Federico Hernández. Conociendo la historia complicada entre universidad y derecha, por lo menos se entiende.

Pero de repente hay dos rectores con credenciales tan incontestables -no sólo académicos sino igualmente de compromiso social comprobado y recontracomprobados- como el padre Tojeira y la doctora Rodríguez, diciéndoles que no hay peligro de privatización; que hay capacidad política para salvaguardar los intereses de la universidad y de la nación en las negociaciones con el gobierno arenero y con los organismo monetarios. Y de repente hay un dirigente del FMLN como Gerson Martínez, quien año por año articula la resistencia de su partido a las "políticas neoliberales" de ARENA, quien certifica que el BID no puede privatizar la UES, diciéndoles a sus "queridos compañeros" que, en vez de pelear contra fantasmas dentro de la UES, le ayuden a él y a la rectora a la hora de enfrentarse al gobierno para conseguir un presupuesto digno. Y de repente, ya no hay argumento que explique la toma del U, justifique las actuaciones de los encapuchados. Ni siquiera la existencia de capuchas.

Entonces, ¿de qué se trató todo este alboroto? Si no hay contradicciones en los planteamientos básicos ni en los objetivos, ¿por qué estuvo paralizada la universidad y sigue paralizada la gestión de los fondos que necesita para cumplir los objetivos? Sólo hay dos explicaciones. O pasó lo que insinuó el padre Tojeira: que la incapacidad política de este movimiento lo llevó a iniciar la lucha por el final del proceso, tomando acciones violentas son haber agotado el espacio de diálogo. Si es así, que bien que ahora se abierto el diálogo, y todo tendrá una solución feliz. O pasó lo que insinuó la doctora Rodríguez: que detrás de este movimiento hay mano peluda que obviamente no se manifiesta en debates; que incluso los estudiantes que protagonizaron la toma y el cierre de la universidad fueron manipulados por intereses ocultos. ¿Mano peluda de quién y para qué fines? La doctora tiene sus sospechas, hablando de una agenda oculta de quienes quieren retomar el control de la UES. Yo tengo mis sospechas que incluso van más allá de las luchas internas de la UES. Hay un sector de la izquierda que no puede permitir que la universidad nueva se construya sobre un amplio acuerdo nacional. Prefieren una universidad pobre y mediocre, pero aliada de la izquierda contra la derecha - a una universidad financiera y académicamente fuerte que responde a la nación, no a partidos ni movimientos ni argollas. Por más que deseo que no tuviera razón María Isabel Rodríguez, temo que sí la tiene.

Temo que nuestro debate -que concluyó en que no hay contradicciones expresas que justifiquen no ponerse de acuerdo en función de una visión compartida sobre la necesidad que tiene el país en el desarrollo de la universidad- fue un éxito porque una parte no puso sobre la mesa sus verdaderos motivaciones y planteamientos. Esto tampoco significaría que no tiene valor debatir y llegar a conclusiones. Siempre es necesario y siempre aporta. En este caso a que los que juegan con cartas escondidas y no someten a debate sincero sus planteamientos, paguen un costo político aun más alto si siguen paralizando la labor de rescatar a la UES.
(Publicado en encuentroselfaro.net)