martes, 13 de octubre de 2009

Carta a la niña Zoila que vendía uniformes escolares


Estimada niña Zoila:


Generaciones de alumnos le han encargado a usted sus uniformes escolares. No se ha hecho rica, pero gracias a los uniformes ha sobrevivido. Igual que las costureras que le maquilaron las camisas, loas faldas y los pantalones. Igual que cientos de negocios pequeños y familiares que en todo el país se dedicaron a ofrecer uniformes escolares.

Hasta que llegó un señor Salvador Sánchez Cerén al Ministerio de Educación y decidió que fabricar y distribuir uniformes escolares no es tarea tuya, sino del Estado.

En vez de darles un bono a las familias necesitadas para que le sigan comprando el uniforme a usted, este señor dijo: “Llegó el cambio, vamos a regalar a todos los niños sus uniformes – y vamos a poner a todo el Ministerio de Educación en función de mandar a fabricar y repartir uniformes...”

Con el efecto que alguien -¿quien sabe quien?- va a hacer el negocio de su vida; que usted ya no va a vender uniformes a los hijos de sus vecinos; que un montón de niños, cuyos padres tienen dinero, recibirán uniformes regalados del ministerio; y que todos los niños tendrán que esperar varios meses sus uniformes, porque el Estado, para hacer el trabajo que otra gente sabe hacer mejor, es lento...

Vaya, niña Zoila, mucha gente todavía está esperando el tal cambio que prometieron los señores Funes y Sánchez Cerén. Usted tiene el privilegio que ya le llegó...

Felicidades, Paolo Lüers

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