Convencieron a los gobernantes del continente y del mundo que si no se condenara y revirtiera el derrocamiento de Zelaya, cualquiera de ellos podía ser el próximo. Obviamente estaban hablando de ellos mismos. Y hay que reconocerlo: con cierta razón. Todos los presidentes del ALBA corren riesgo de insurrecciones o incluso golpes de Estado, porque sistemáticamente están transformando al sistema político de sus países en regímenes autoritarios, eliminando la división de poderes, cerrando espacios a los medios independientes, etc. Uno de los primeros pasos en estos procesos siempre es: alterar la constitución para permitir la reelección presidencial.
A Zelaya lo pararon en el momento que intentó dar precisamente este paso. Los otros poderes del Estado de Honduras -el legislativo, el judicial, el electoral- actuaron en conjunto y le quitaron la presidencia. La Fiscalía y la Procuraduría de Derechos Humanos avalaron esta decisión, y la Fuerza Armada la ejecutó. Como es de costumbre, a los militares se les fue la mano y lo sacaron del país. Algunos dicen que por petición de Zelaya, una vez que vio que estaba derrotado...
El siguiente que va por este camino es Daniel Ortega. Utilizó su control sobre la mayoría de los magistrados de la Cámara Constitucional para que esta saque, en una acción nocturna sin precedentes, una resolución que declara inaplicable el artículo de la Constitución de Nicaragua que prohíbe la reelección del presidente. Igual como en el caso de Honduras, donde Zelaya intentó, haciendo uso de la presidencia, un autogolpe de Estado contra el orden institucional, lo que pasó en Nicaragua es un autogolpe de Estado. Así lo denuncia la oposición completa, incluyendo a los liberales incluso de Arnoldo Alemán que son los culpables de que existe esta corte dominada por Daniel Ortega.
En el ejército de Nicaragua todavía hay muchos sandinistas de verdad que se mueren de vergüenza por la perversión a que Daniel Ortega ha llevado al Frente Sandinista y al país. Igual en la Policía Nacional. Son luchadores históricos que se han formado en la larga lucha contra el somocismo, o sea contra un clan familiar que se convirtió en dueño del estado y del país. En esta misma dirección va el clan Ortega.
Si el ejército y la policía de Nicaragua no paran a Daniel Ortega en su camino a una nueva dictadura que se mantiene en el poder mediante el fraude electoral y el control partidario y uso represivo del órgano judicial, es por que temen que les va a pasar lo mismo que pasó a los hondureños. No actúan contra Ortega para restablecer el orden constitucional den Nicaragua, porque la estrategia del ALBA de disuasión fue exitosa. Si hasta Washington y México han condenado y sancionado al gobierno que reemplazó a Zelaya en Honduras, ¿quien en este mundo apoyaría a los oficiales democráticos y sandinistas en el ejército y la policía de Nicaragua si obligan a Daniel Ortega a entregar el poder usurpado?
Aunque es mala palabra, hay que decirlo: Un golpe contra Daniel Ortega sería un regalo para Nicaragua y para el continente. Posiblemente ya no hay alternativa. O sea, posiblemente con elecciones ya no podrán quitar el poder a Daniel Ortega.
¿Qué pasaría si un ejército democrático y progresista como el nicaragüense, que no tiene ni trayectoria ni tentaciones militaristas y golpistas, decidiera dar un golpe de Estado para evitar una nueva dictadura?
¿Le pasaría lo mismo que a los militares, diputados y jueces hondureños que derrocaron a Zelaya, o sea la condena unánime de parte de izquierdas y derechas?
Claro, los militares nicaragüenses no tendrían una Corte Suprema que los respalde, porque en este país la erosión de la democracia es mucho más avanzada que en Honduras. En Nicaragua ya no hay un órgano judicial independiente como en Honduras.
¿Qué pasaría? ¿Cómo reaccionarían el pueblo nicaragüense y la comunidad internacional? Estoy seguro, que la mayoría de los Nicas dirían: Depende en manos de quién quedaría el poder. Depende si son manos civiles y democráticas...
Lo mismo debería ser la respuesta de la comunidad internacional. Pero luego del boicot contra Honduras tendría mis dudas. Parece que el dogma Zelaya que han adoptado Estados Unidos, la OEA y Naciones Unidos, condena a los nicas a aguantar a Ortega for ever. Siempre pueden rezar...
(El Diario de Hoy)