Estoy compartiendo el dolor por su hijo, quien murió en aquella noche trágica del sábado pasado, bajo una avalancha de lodo. Usted perdió al hijo que dio sustento a su familia – y nosotros a un amigo y compañero de trabajo.
Además a ustedes les toca la mala suerte de tener a un alcalde que ve la colonia de ustedes como campamento guerrillero, y un gobierno que ve a la alcaldía de su pueblo como reducto de reaccionarios. Así que ni la alcaldía ni el gobierno se han apresurado para ayudarles.
Por otra parte, ustedes tienen la gran ventaja de ser una comunidad organizada y unida. La mitad que aun tiene casa ayuda a la otra que quedó desamparada. Es una comunidad que no tiene delincuencia y no permite que entre de otros lados.
Tengo la suerte de trabajar diariamente con varios de los hijos de esta comunidad – y soy testigo del espíritu de superación que tienen.
Eso les va a permitir reconstruir sus casas, sus vidas y su comunidad – tal vez incluso mucho mejor que antes. El otro día caminé por la loma donde queda enterrado su hijo, y aprecié la vista fenomenal sobre el lago y las montañas. Si ustedes se mantienen unidos, van a obligar a alcaldía y gobierno -más allá de los pleitos partidarios- a ayudarles a reconstruir su comunidad en esta preciosa loma. Ya no escondida en los charrales, como si todavía fueran guerrilleros, sino como sitio turístico, a la vista y con vista.
Un abrazo, Paolo Lüers
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