jueves, 5 de noviembre de 2009

Carta a un pandillero

Hola, Mario:

así que te hiciste pandillero. Desechaste todos los esfuerzos que tu mamá ha hecho por vos y te uniste a los perdedores.

No me venga con la paja que me diste la última vez sobre los chavos buena onda, sobre la amistad, sobre el barrio...

No, papito, te fuiste con los ‘loosers’, los que buscan lo más fácil, lo más cómodo, porque no tienen los huevos ni el cerebro de hacer algo que valga la pena con su vida.

Vos dijiste: “¡La vida es lucha, y nosotros ponemos el pecho!” Si, papito, tenés razón, la vida es lucha, pero no es lucha contra los vecinos. Quitarle el celular a las chavas que van a estudiar no es lucha. No es poner el pecho. Es cobardía.

Vos decís “Soy de la mara, ¡¿y qué?!” - pero esto es otra gran paja. ¿Sabés qué es ‘mara’ para los guanacos? Es algo chévere, es amigos, es cheros, es vacile, es la gente de uno, es barrio. Es todo lo contrario a lo que ustedes son: una banda de delincuentes que no conocen amistad y destruyen el barrio.

Estos inútiles nos quieren robar hasta las palabras bonitas como ‘barrio’ y ‘mara’. Pero no, bicho, a mi no me vas a dar paja: La decisión que tomaste es hacerte maleante, ¡y punto!

Vos decís que querés respeto. ¿Cuál respeto? El respeto se gana, pero no cuchillo en mano. La gente tal vez te tendrá miedo, pero el respeto lo perdiste cuando te fuiste con los inútiles que asaltan a sus propios vecinos.

Vos no tenés necesidad de eso. Yo te conozco de chiquito. Sos más. No lo botés. ¿Querés mostar que sos hombre? Okay, salite de esta banda de perdedores.

Paolo Lüers

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