Estimado amigo:
Yo sé que vos se sentiste horrible cuando te tocó acompañar la marcha de los pandilleros. Lo leí en tu cara. No hubiera querido estar en tus botas este día...
No sé cómo tus jefes te han explicado la situación. ¿Cual era la misión? ¿Proteger a los pandilleros contra la rabia de los ciudadanos o cuidar para que no asalten a ningún cristiano?
¿O les han dado instrucciones de filmar la marcha, cara por cara? ¿Cuántas ordenes de captura habrán desfilado este día bajo la mirada frustrada de los policías y de los vecinos?
¿Qué te han dicho las señoras de las ventas que vieron marchar a los pandilleros que les cobran la renta?
¿Y viste los carteles que llevaban? Exigiendo que se les mantenga el derecho de visita íntima. Vos sabés mejor que yo que uno de los grandes negocios en las cárceles es que les llevan putas para la visita conyugal, cada semana otra.
¿No te dio vomito escuchar a los pandilleros hablar de derechos humanos y garantías constitucionales? ¿O llevar pancartas escritas en oficinas de estudios legales?
Yo sé que vos tenías ganas de ponerles un cerco, revisarles el DUI a cada uno, y arrestar a los que llevan orden de captura. No se pudo. Hay que acatar órdenes.
Tal vez la próxima vez.
Saludos, Paolo Lüers