sábado, 14 de junio de 2014

Carta a Celina Sol

Estimada Celina:
Estoy seguro que te pondrás incómoda al ver publicada esta carta. Eres de la gente que le da pena convertir sus aportes al país en publicidad. Dirías: Trabajo en proyectos sociales por sentido de responsabilidad, no para proyectar a mi persona..

Pero el jueves pasado, en la noche de los Premios ASI, cuando la Asociación Salvadoreña de Industriales te otorgó el premio Empresario Benefactor y tu tomaste el micrófono para hablar a la élite empresarial y política ahí reunida, tú dijiste lo que para mi fue la frase de la noche: “Tenemos que aprender a contar nuestra historia.” Entonces, te voy a tomar de la palabra.

De paso sea dicho: No me gusta mucho el nombre del premio que recibiste. Empresario benefactor suena a caridad. Pero lo que tú tienen años de hacer, trasciende mucho la caridad o el trabajo humanitario. Lo tuyo nace de responsabilidad empresarial. El trabajo tuyo al frente de la Fundación Gloria Kriete no se conforma con llevar alivio a personas que viven en pobreza y con falta de salud, educación y oportunidades, sino intenta a sacarlos de esta exclusión. Y esto es lo que necesitamos, y donde empresarios visionarios pueden y deben dar aportes sostenidos. Por esto, el premio que recibiste, mejor debería llamarse Empresario Responsable, y no Empresario Benefactor.

Y tienes toda la razón, Celina: Sobre esta responsabilidad empresarial, y sobre el aporte que puede dar a la sociedad para superar la pobreza y la exclusión, hay que empezar a discutir en público. Empezando con contar todo lo que se está haciendo en este campo: los logros, los errores, los retos. Hay que contar los buenos ejemplos, hay que salir del anonimato y de la pena de hablar de sus logros - para que el trabajo de inversión social de las empresas se vuelva parte esencial de nuestra estrategia de desarrollo, para que sea reconocido por la ciudadanía y al fin se convierta en un imperativo, no solo ético sino también dictado por razón económica y de desarrollo.

El problema es: ¿Cómo contar estas historias de empresarios responsables y visionarios que hagan inversiones en salud, educación, creación de oportunidades para superar la pobreza? El dilema es: ¿Cómo contar estas obras sin caer en una publicidad utilitaria que da pena a personas decentes como tú?

Yo me hice esta pregunta el año pasado, cuando la empresa Albapetróleos comenzó a intervenir en la campaña electoral con su masiva publicidad, proyectando los negocios controlados por el partido FMLN y su aliado Venezuela como empresas con fin social que financian becas y computadoras para estudiantes de familias pobres, remodelación de escuelas, campañas de salud preventiva, etc.

Todo lo que Albapetroleo echó al asador electoral para hacer ganar a su dueño, el partido FMLN, varias fundaciones del empresariado salvadoreño lo están haciendo desde hace años. Pero sin promoverlo en miles de spots de TV. Y sin convertirlo en campaña electoral.

Programas como Supérate, Comunidades Sostenibles, Fútbol Forever, Oportunidades, y decenas de otros, financiados y ejecutados por fundaciones empresariales, y otros directamente operados por numerosas empresas salvadoreñas, han hecho inversiones en la superación de la pobreza mucho más grandes y ejecutados con más profesionalidad y mejores resultados que las “obras” tan publicitadas de ALBA. Hay que contar esta historias, precisamente para que lo que ahora es asunto de unos visionarios, se convierta en parte esencial de nuestra estrategia de desarrollo como país.

Que bueno que tú, Celina, has dado el primer paso. Déjeme felicitarte por el reconocimiento que te dio la comunidad empresarial. Si alguien lo ha merecido eres tú, que podría vivir la vida despreocupada de la esposa de un hombre de grandes negocios, y estás trabajando más que tiempo completo en proyectos de inversión social.

Saludos, Paolo Lüers
(Mas!/EDH)