sábado, 8 de agosto de 2015

Carta a los magistrados electorales: o cumplen o se apartan

Estimados magistrados:
Aunque sigo pensando que ustedes, por dignidad, hubieran tenido que renunciar luego del desmadre de las últimas elecciones, no quiero insistir en esto. Primero, porque toda la gente que en aquella coyuntura pidió a gritos su renuncia ya están enfocados en otras crisis del país. Segundo, no quiero que me acusen de desestabilización del orden constitucional o cosas peores…

Pero ojo: No podemos ir a las siguientes elecciones sin sacar las lecciones de las últimas, que dejaron tan mal sabor y tantas dudas.



Ustedes son, por mandato constitucional, los rectores de los procesos electorales. Entonces, ¿por qué no hemos escuchado de ustedes qué es lo que hay que cambiar si queremos recuperar la confianza en la elecciones y en sus resultados?

Es cierto, los cambios legales los tiene que aprobar la Asamblea, pero la experticia, supuestamente, la tiene el TSE. De ustedes se espera que generen las propuestas técnicas y el impulso al debate sobre las reformas electorales pendientes. No hay tiempo que perder. La última vez su excusa fue que no había suficiente tiempo para adecuar los mecanismos electorales a las nuevas reglas emitidas por la Sala. Si no se apuran, en dos años van a decir lo mismo.

Las reformas hay que hacerlas ya. La más importante: la reforma constitucional para crear, por separado, una Corte Electoral y un Instituto Electoral a cargo de la organización de las elecciones ya no se puede hacer a tiempo para las elecciones legislativas del 2018, pero sí para las elecciones presidenciales, si logramos que esta Asamblea actual apruebe la reforma y la siguiente que salga electa en 2018 la ratifique.

Entonces, tarea #1: Diseñar la reforma constitucional. Exponerla al debate nacional y de la Asamblea. Nosotros, los ciudadanos y los medios, nos encargaremos de movilizar la opinión pública y presionar a los partidos para que la Asamblea no siga evadiendo su responsabilidad.

Tarea #2: Preparar la legislación pendiente para que el voto cruzado sea técnicamente manejable, transparente y confiable. Muchos recomiendan que para esto hay que introducir el voto digital. Pero esto no es la solución por la falta de confianza que todos tenemos en un mecanismo que, difícilmente, podemos controlar en todo su funcionamiento.

La mejor manera de hacer viable y transparente el voto por cara y el voto cruzado es la creación de distritos electorales más pequeños. Los problemas en el escrutinio se han dado en los departamentos grandes, donde compiten listas de hasta 24 candidatos. Si dividimos estos departamentos en distritos electorales, a los cuales le corresponden no más de 3 o 4 diputados, el voto por cara y el voto cruzado se vuelven perfectamente manejables y transparentes; y además tendríamos diputados que corresponden y rinden cuentas a una población específica.

Lo difícil es diseñar el mapa de distritos de una manera que todos tengan una cantidad comparable de votantes. En cada uno de los distritos los partidos competirán con planillas de 3 o 4 candidatos, y las papeletas serán manejables tanto para los votantes como para las Juntas Receptoras.

El voto computarizado se podrá implementar en un futuro, cuando se haya logrado recuperar plenamente la confianza ciudadana en los procesos electorales y en las autoridades que los administran y vigilan. Falta mucho para llegar a este futuro.

Tarea #3: La implementación de la sentencia de la Sala, que ordena que sean ciudadanos y no militantes partidarios que conformen las Juntas Receptoras de Votos y las Juntas Electorales Municipales y Departamentales. Ustedes tienen que tomar la iniciativa y diseñar un sistema de selección aleatoria de los ciudadanos que asuman estos cargos, así como la capacitación de los miles de ciudadanos que intervendrán en la ejecución de las elecciones.

Tarea #4: Volver a construir un sistema informático confiable para el escrutinio, o sea, resolver la falla principal de las últimas elecciones que tanta duda ha creado en los resultados. Esto implica tener el presupuesto adecuado para poder contratar una empresa de prestigio internacional, y efectuar la licitación de una manera transparente.

Si no se sienten capaces de cumplir con estas cuatro tareas, entonces de verdad mejor renuncien y dejen que otros más capacitados y visionarios asuman. Está en juego nada menos que la esencia del sistema democrático: la confiabilidad en las elecciones.

Saludos, Paolo Lüers
(Mas!/El Diario de Hoy