Estimados magistrados:
Aunque sigo pensando que ustedes, por
dignidad, hubieran tenido que renunciar luego del desmadre de las
últimas elecciones, no quiero insistir en esto. Primero, porque toda la
gente que en aquella coyuntura pidió a gritos su renuncia ya están
enfocados en otras crisis del país. Segundo, no quiero que me acusen de
desestabilización del orden constitucional o cosas peores…
Pero
ojo: No podemos ir a las siguientes elecciones sin sacar las lecciones
de las últimas, que dejaron tan mal sabor y tantas dudas.
Ustedes
son, por mandato constitucional, los rectores de los procesos
electorales. Entonces, ¿por qué no hemos escuchado de ustedes qué es lo
que hay que cambiar si queremos recuperar la confianza en la elecciones y
en sus resultados?
Es cierto, los cambios legales los tiene que
aprobar la Asamblea, pero la experticia, supuestamente, la tiene el TSE.
De ustedes se espera que generen las propuestas técnicas y el impulso
al debate sobre las reformas electorales pendientes. No hay tiempo que
perder. La última vez su excusa fue que no había suficiente tiempo para
adecuar los mecanismos electorales a las nuevas reglas emitidas por la
Sala. Si no se apuran, en dos años van a decir lo mismo.
Las
reformas hay que hacerlas ya. La más importante: la reforma
constitucional para crear, por separado, una Corte Electoral y un
Instituto Electoral a cargo de la organización de las elecciones ya no
se puede hacer a tiempo para las elecciones legislativas del 2018, pero
sí para las elecciones presidenciales, si logramos que esta Asamblea
actual apruebe la reforma y la siguiente que salga electa en 2018 la
ratifique.
Entonces, tarea #1: Diseñar la reforma constitucional.
Exponerla al debate nacional y de la Asamblea. Nosotros, los ciudadanos
y los medios, nos encargaremos de movilizar la opinión pública y
presionar a los partidos para que la Asamblea no siga evadiendo su
responsabilidad.
Tarea #2: Preparar la legislación pendiente para
que el voto cruzado sea técnicamente manejable, transparente y
confiable. Muchos recomiendan que para esto hay que introducir el voto
digital. Pero esto no es la solución por la falta de confianza que todos
tenemos en un mecanismo que, difícilmente, podemos controlar en todo su
funcionamiento.
La mejor manera de hacer viable y transparente el
voto por cara y el voto cruzado es la creación de distritos electorales
más pequeños. Los problemas en el escrutinio se han dado en los
departamentos grandes, donde compiten listas de hasta 24 candidatos. Si
dividimos estos departamentos en distritos electorales, a los cuales le
corresponden no más de 3 o 4 diputados, el voto por cara y el voto
cruzado se vuelven perfectamente manejables y transparentes; y además
tendríamos diputados que corresponden y rinden cuentas a una población
específica.
Lo difícil es diseñar el mapa de distritos de una
manera que todos tengan una cantidad comparable de votantes. En cada uno
de los distritos los partidos competirán con planillas de 3 o 4
candidatos, y las papeletas serán manejables tanto para los votantes
como para las Juntas Receptoras.
El voto computarizado se podrá
implementar en un futuro, cuando se haya logrado recuperar plenamente la
confianza ciudadana en los procesos electorales y en las autoridades
que los administran y vigilan. Falta mucho para llegar a este futuro.
Tarea
#3: La implementación de la sentencia de la Sala, que ordena que sean
ciudadanos y no militantes partidarios que conformen las Juntas
Receptoras de Votos y las Juntas Electorales Municipales y
Departamentales. Ustedes tienen que tomar la iniciativa y diseñar un
sistema de selección aleatoria de los ciudadanos que asuman estos
cargos, así como la capacitación de los miles de ciudadanos que
intervendrán en la ejecución de las elecciones.
Tarea #4: Volver a
construir un sistema informático confiable para el escrutinio, o sea,
resolver la falla principal de las últimas elecciones que tanta duda ha
creado en los resultados. Esto implica tener el presupuesto adecuado
para poder contratar una empresa de prestigio internacional, y efectuar
la licitación de una manera transparente.
Si no se sienten capaces
de cumplir con estas cuatro tareas, entonces de verdad mejor renuncien y
dejen que otros más capacitados y visionarios asuman. Está en juego
nada menos que la esencia del sistema democrático: la confiabilidad en
las elecciones.
Saludos, Paolo Lüers
(Mas!/El Diario de Hoy