martes, 23 de junio de 2009

Carta al Centro Comercial Galerías


Querido “Gale”:


durante años, los jóvenes te adoraban. Semana por semana, nuestros hijos han gastado buena parte de nuestros salarios en “Gale”: comprando ropa, llevando a sus novias al cine, comiendo comida chatarra. A mi me consta: mi hijo está adicto a “Gale”...

Tus dueños han sido visionarios: Apostaron al cliente joven. Crearon un ambiente que atrae a los bichos. La publicidad está dirigida a ellos. En “Gale” encuentran la comida que les gusta, la moda hecha para ellos, las películas para ellos. Cuando andan pisto, lo gastan. Cuando no pisto, pasean para ve y gastar después...

Un día de estos, ya en vacaciones, mi hijo te visitó para ir al cine. Con su novia y dos amigos. Típicos estudiantes de secundaria. Bichos consentidos de clase media. Listos para cumplir su función de consumir. Pero este día, un guardia de seguridad armado decide que... “¡ustedes no entran!”

Mi hijo me llama. Llego a “Gale” a ver qué lío ha armado mi hijo. Ninguno. Los guardias me explican que tienen ordenes de no dejar entrar a “bichos que andan vestidos así...” Lo mismo me dicen en la oficina administrativa donde voy a protestar.

Lo absurdo: andaban vestidos con ropa comprada en “Gale”. Para comprar esta ropa fea gastan todo su pisto en “Gale”...

Ya con papi los dejaron entrar. Fueron al cine. Volví a la entrada para tomarme un café y observar. En sólo 10 minutos, hubo como 20 jóvenes que los guardias no los dejaron entrar. Nadie sabe con qué leyes funciona esta especie de “Apartheid” en Gale”.... Los rechazados no andan tatuajes, no tenían aspecto de violentos - tampoco de pobres que no pueden gastar. No eran más morenos o más cheles que los demás que dejaron entrar....

Una discriminación a la loca. ¿Quién instruye a los guardias a actuar así? ¿Y con qué criterio?

Esperando respuesta, te saluda Paolo Lüers

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