El presidente Saca hizo extenso uso de este mecanismo, manejando de esta manera (y de forma absolutamente discrecional) 219 millones de dólares que no estaban autorizados para Casa Presidencial, sino para otros rubros. No sabemos todavía el monto de estas transferencias realizadas por la administración Funes. Y en los dos casos, no sabemos en qué los presidentes han gastado estos fondos.
El presidente Funes peleó hasta el último momento para evitar esta fallo. “No quiero estar sometido al chantaje de los partidos políticos que me digan: sí, pero a cambio me da esto o aquello”, dijo el presidente, según el diario El Mundo.
Bueno, yo entiendo porqué un presidente no quiere perder el mecanismo financiero que le permite concentrar, sin aprobación de la Asamblea, una buena parte de los recursos del Estado en Casa Presidencial. Los famosos ‘fondos discrecionales’, una vez que el ministro de Hacienda los traspasaba de un rubro X a Casa Presidencial, estaban a la plena disposición del presidente para gastarlos en lo que él decidía, según su agenda política: subsidios, inteligencia, publicidad, respuesta a desastres, etc. Muchos de estos gastos pueden haber sido legítimos y necesarios. El problema es quién los controla y quién define prioridades...
En este mecanismo de fondos discrecionales, que ahora suspendió la Sala de los Constitucional, estaba basado el exagerado poder presidencial que edificó Toni Saca, en detrimento de la institucionalidad del ejecutivo y de la división de poderes. Y Mauricio Funes, en vez de desmontar esta distorsión (como era la exigencia de la oposición de izquierda durante todo el quinquenio de Saca), hizo suyo este mecanismo. Claro, ¿cómo no le iba a encantar un mecanismo financiero que le daba cierta autonomía a un presidente sin partido ni bancada legislativa que controle?
Siempre se ha advertido: Los presidentes sin partido, los machos sin dueño, tienden a gobernar haciendo uso de mecanismos que distorsionan la división de poderes. Tienden a echar mano a políticas populistas, apelando directamente, desde Palacio, a las masas... Lo describió bien Alex Segovia, el Secretario Técnico de la Presidencia, cuando el día después del fallo constitucional declaró: “Con esto le quitan al presidente la capacidad de responder a las necesidades de la gente y a situaciones de emergencias...”
Muy equivocado. El que tiene que responder a las necesidades de la gente y las emergencias es el Estado, no es papá presidente. Y el Estado, para poder responder bien, está constituido en diferentes poderes. No se trata de un caudillo que de una caja discrecional saca recursos para satisfacer necesidades y comprar simpatías.
Esto es precisamente el meollo del asunto de las transferencias presupuestarias con los cuales gobernaron Toni Saca y Mauricio Funes: el populismo. La mala práctica de las transferencias y de los fondos discrecionales bajo control del presidente ha sido la base para las políticas populistas que Toni Saca ha introducido y que Mauricio Funes ha felizmente heredado.
La Sala no está diciendo que para responder a necesidades y emergencias, no se puede alterar el presupuesto. La Sala dice: Para hacer esto, se necesita la autorización de la Asamblea, como lo dicta la Constitución. Una razón más para el presidente de construir gobernabilidad...
Lo que la Sala está erradicando es el carácter ‘discrecional’ de los fondos, y Mauricio Funes y su Secretario Técnico Alex Segovia lo están defendiendo. Discrecional quiere decir: sin autorización, sin amarres, sin tener que negociar con nadie. Discrecional quiere decir: evadir el principio constitucional que el presupuesto, el destino de los fondos, necesitan aprobación de la Asamblea.
El fallo de la Sala Constitucional les cerró el chorro de fondos discrecionales. Enhorabuena. Que esto no le gusta al presidente, es entendible. Lo obliga a presentar presupuestos más realistas y completos. Le obliga a ir a la Asamblea para pedir autorización si quiere cambiar la asignación de fondos. Lo obliga a más transparencia. A rendición de cuentas.
Esto, por supuesto, es muy incómodo para un presidente que trata de gobernar en base de ‘simpatía popular’ y altos ratings en encuestas, pero quién no ha logrado construir una base sólida de apoyos partidarios, parlamentarios e institucionales. Entiendo su resistencia a que le pongan obstáculos a su manera de gobernar con la popularidad. Pero esto no le da el derecho al presidente de confundir los mecanismos de aprobación legislativa con ‘chantaje’. De esto se trata, señor presidente: Ir a la Asamblea y negociar, dialogar, construir consensos sobre las prioridades del gasto. Esto no es chantaje, esto es institucionalidad.
Alex Segovia dijo hoy en TCS, como si fuera un desastre: “Este fallo abre a los partidos y la Asamblea la gran oportunidad de tener más influencia sobre las políticas públicas.” Sí, señor, de esto se trata. Se llama democracia.
(El Diario de Hoy)