Estimados amigos:
Me parece perfecto: Ustedes declararon "Ciudadana Distinguida" a Xiomara Castro de Zelaya, esposa del ex-presidente hondureño Mel Zelaya. Hace un mes, Norman Quijano había nombrado “Visita Honorable” a Roberto Micheletti, quien sustituyó a Mel Zelaya en la presidencia de Honduras. Esta sustitución, para unos (por ejemplo el Consejo Municipal de San Salvador, de ARENA) era legal y necesaria para prevenir que Zelaya rompa con la Constitución; para otros era un golpe de estado (por ejemplo para el Consejo Municipal de San Marcos, del FMLN).
Para unos, el malo de la película hondureña era Zelaya, para otros Micheletti. Este debate existe en Honduras, en El Salvador, en toda América Latina. Este debate es legítimo y necesario. Por más que el presidente de la República lo censure, es legítimo invitar y honrar a Micheletti. Y es igualmente legítimo honrar a Xiomara o Mel Zelaya.
Que cada uno de los invitados, frente a nuestra opinión pública, defienda su posición. Aplaudo las iniciativas de ambas alcaldías, porque abonan a la tolerancia. Quien quiere elevarse a una posición de verdad absoluta y censurar cualquiera de estas iniciativas, está equivocado.
Tenemos que aprender el oficio de la tolerancia. El hecho que tengamos una Plaza Roberto D’Aubuissón y una Calle Schafick Handal es positivo, aunque choque con los intolerantes de ambos lados. Los que no pueden tolerar que tengamos plazas con nombres de adversarios y “Vistitas Honorables” de personajes considerados adversarios muestran que no pueden soportar el pluralismo que hemos conquistado en nuestro país.
El hecho que en El Salvador los diferentes partidos apoyen a personajes e ideas opuestas, no sólo en el caso de Honduras, no tiene nada de malo. Es positivo. Y lo que menos necesitamos es que el presidente usurpe una posición de árbitro y censor, diciendo a quién se puede invitar o honrar.
¿Y si mañana Will Salgado le hace un homenaje Manuel Noriega o el Diablito Ruiz invita a un comandante de las FARC? Que lo hagan. Los únicos que pueden sancionarlos son los votantes.
Saludos, Paolo Lüers