Estimado diputado:
entiendo que usted presentó a la Asamblea el fantástico plan operativo contra da delincuencia, que consiste en la lectura obligatoria, en todas las escuelas públicas y privadas del país, de la Biblia. Por siete minutos. No seis, no ocho. El Estado, mediante la honorable Asamblea Legislativa, ha decidido: Siete minutos palabra de Dios es la dosis diaria que necesita un alumno para inmunizarse contra las tentaciones criminales.
Le felicito. Es usted el primer militar que logra convertir en arma la Biblia. Lástima que a usted no se le ocurrió esta cosa durante la guerra, cuando estaba de alta como coronel. Con este arma poderoso, el ejército no hubiera tenido que recurrir a tanta masacre para combatir a los guerrilleros. Hubiera ganado la batalla por la mentes de la población civil, en vez de perderla matando niños en El Mozote o río Sumpul...
Discúlpeme, coronel, tanto sarcasmo. Pero no le creo ni una palabra de su discurso sobre la Biblia. No es más que demagógica barata. ¿Cómo va a pensar que los alumnos, mediante la lectura obligada de la Biblia, van a desistir a meterse en pandillas?
Cambien la legislación obsoleta que no permite sacar a los profesores incapaces. Cambien la legislación absurda que no permite sacar de las escuelas a alumnos con antecedentes criminales. Cambien las legislaciones que no permiten decretar el estado de emergencia en las escuelas en zonas de conflicto y dotarlas de presupuesto especial, de los mejores profesores, de seguridad y de las mejores instalaciones.
¡Pero no me vengan con 7 minutos diarios de lectura obligada de la Biblia! Si quieren hacer a los alumnos inmunes a los valores cristianos, oblíguenlos a escuchar la Biblia todas las mañanas. Pero si quieren aplicar valores cristianos, ¡pónganlas en práctica!
Paolo Lüers
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