Estimados amigos:
Siempre antes de las elecciones salen algunos fantasmas: por ejemplo grupos armados de carácter político.
A ustedes quienes dirigen y diseñan las campañas electorales, les solicito: no lo conviertan en tema de campaña política. Son fantasmas. Esto quiere decir: no son reales. Querer asustar con ellos para ganar votos, sería irresponsable.
Acaba de saltar uno de estos fantasmas: la banda de Sesori, la “nueva guerrilla” en Oriente...
Por suerte, no fue un partido que detectó el fantasma. Fue la policía. Pero antes de que algún partido ceda ante la tentación de querer sacar raja electoral de esta extraña noticia de una “nueva guerrilla” en el norte de San Miguel, quiero advertir lo siguiente: por suerte en El Salvador no tenemos violencia política en el sentido de grupos que apuestan a la lucha armada o la represión armada como instrumento de su estrategia política. Definitivamente no lo tenemos. No porque no existan algunos locos tanto en la izquierda como en la derecha que sueñan con aventuras de este tipo, sino simplemente porque la sociedad no lo permite. Punto.
La banda de Sesori no es una guerrilla, sino una banda de delincuentes comunes que hay que desmantelar con toda la fuerza de la ley. Pero no hay que buscarle una quinta pata al chucho.
Por esto es importante que nadie lleve este asunto a la contienda electoral. La gente de todos modos no va comprar el cuento a ningún partido que en la recta final de la campaña electoral empieza a hablar de fantasmas.
Todos conocemos los grupo armados que existen y que hay que desmantelar: las pandillas. Que algunos de ellas de repente usen un lenguaje “revolucionario”, no tiene nada que ver con la realidad. Siguen siendo maleantes.
El país, por suerte, ha superado la violencia como instrumento de alcanzar o defender el poder político. Las raras excepciones confirman la regla.
No creamos problemas donde no las hay.
Paolo Lüers
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