Que usted tiene conceptos ideológicos diferentes a los míos, ya lo sabemos desde hace décadas. Esto no ha convertido en adversarios políticos, pero no necesariamente habla mal de usted. Pensamos diferentes, y por eso no le quitaré el respeto.
Pero
ahora me doy cuenta que, muy aparte de diferencias ideológicas, surge otro
problema que sí me hace difícil seguirlo respetando: Al llegar a la cúpula del
poder, se ha vuelto cobarde.
Luego
de su larga ausencia y su aun más largo silencio sobre el tema que más afecta a
los salvadoreños, la inseguridad y la violencia, usted celebró una reunión con
su gabinete de seguridad. Y muchos pensamos: Al fin el hombre va a hacer lo que
prometió: tomar el problema por los cuernos – y asumir el liderazgo en el tema
de seguridad.
¡Qué
decepción! En vez de asumir el liderazgo, nos da frases trilladas. En el sitio
oficial de la Presidencia se lee así: “El presidente subrayó que dentro de los
planes del gobierno se descartan cualquier tipo de negociación con grupos
criminales, en concreto con las pandillas: ‘Ellos están al margen de la ley, se
han vuelto violadores de la ley y por lo tanto nuestra obligación es
perseguirlos y castigarlos, y que la justicia determine las penas que le
corresponden’, dijo.”
Usted
sabe que esto es paja. Su ministro de Seguridad, Benito Lara, igual lo sabe.
Dos excomandantes guerrilleros que ya no se atreven a enfrentar con valentía la
realidad. Ustedes dos saben que sin hablar con los pandilleros no habrá
solución a la situación de violencia en amplios territorios abandonados por el
Estado. No sólo lo saben, actúan contrario a esta paja: Desde que el gobierno
del FMLN ha suspendido, en junio del 2013, toda la facilitación del diálogo con
las pandillas, ustedes como partido nunca han dejado de buscar el diálogo con
ellas. Debajo de la mesa y sin ninguna transparencia quisieron hacer lo que en
público condenaron, y que ya no querían permitir que los mediadores
independientes hiciéramos. Y lo peor: Ustedes buscaron (y siguen buscando) la
negociación con los pandilleros por razones electorales, no para resolver los
problemas de la violencia. En parte debido a esta práctica clandestina, usted
ganó con tanta ventaja en la primera ronda…
Usted
sabe perfectamente que no hay forma de perseguir, detener, enjuiciar, condenar
y mantener presos a los 100 mil pandilleros y sus colaboradores. Usted sabe que
se necesita rehabilitar y volver a insertar a la sociedad a decenas de miles de
jóvenes, que ahora están actuando fuera de la ley. Y usted sabe que esto es
imposible sin hablar con ellos – y sin hacerles a ellos partícipes de la
solución.
Usted,
presidente, lo sabe y no lo dice, por miedo al costo político y tal vez
electoral. Esto se llama cobardía y politiquería. No entiendo porqué el país
tuvo que poner en Casa Presidencial a un hombre que como insurgente mostró
valentía, para que al final, cuando realmente cuenta, es igual de inconsecuente
que su antecesor Funes, quien dio luz verde para que otros se quemaran las
manos con la tregua; y cuando ya no aguantó el calor, le dio la espalda al
proceso, a los mediadores, a los alcaldes que se habían metido en la aventura
de construir acuerdos locales de paz y convivencia, a las comunidades que
comenzaron a organizarse alrededor de esta oportunidad histórica…
Usted
sabe que no hay forma de resolver el problema de la violencia sin romper la
exclusión y marginalización de poblaciones enteras, que incluyen a los
pandilleros, sus familiares, sus colaboradores. Usted sabe, por la experiencia
de los años 2012/2013, que la única manera de que la sociedad acepte este reto
es cuando los gobernantes dicen la verdad, aunque sea impopular. Funes no quiso
hacer esto, y por esta cobardía arruinó el proceso de mediación y de reducción
de violencia.
Y
ahora, en vez de Funes en Casa Presidencial está un hombre supuestamente de
principios - pero usted nos viene con la misma paja… Y para más joder, su
partido sigue buscando desesperadamente a los jefes pandilleros con promesas y
ofertas inconfesables para ganarlos como aliados electorales. Por suerte, ellos
ya no creen en ustedes y no les hacen caso. Es más: ellos insisten en que haya
un diálogo transparente y fuera de las lógicas partidarias, y por esto aprecian
tanto la experiencia con los mediadores independientes, quienes sí han mostrado
que tienen el coraje para poner el pecho por un proceso tan poco entendido en
la opinión pública…
Recapacite, Leonel, y cuando
dé pasos valientes, tendrá el apoyo de donde menos se lo imagina. Saludos,
Paolo Lüers