Carta a Daniel Ortega
Estimado comandante-presidente:
Te
felicito: Saliste con la tuya. Aunque la Constitución no lo permita, te
mandaste a reelegir como presidente de Nicaragua. Y de una sola vez te
recetaste una mayoría legislativa suficiente grande para poder
reescribir esta maldita Constitución que insiste en un montón de reglas y
contrapesos democráticos...
Te
felicito, porque realmente lograste humillar a tus adversarios: hasta
los grandes empresarios de tu país al fin se vieron obligados a rendirte
pleitesía a la hora de tu entronización. Igual la corona española...
Hasta
nuestro presidente Funes, quien hubiera preferido no dejarse ver a la
par de tus amigos Hugo Chávez de Venezuela y Mahmud Ahmadinejad de Irán,
al fin viajó a Managua para (en sus propias palabras) “rendir un
homenaje público al presidente Ortega”. Junto con varios prominentes
miembros de su gabinete, quienes a la vez son dirigentes del partido
FMLN, hermano gemelo de tu partido FSLN.
Los
únicos ausentes en esta macabra fiesta fueron los directamente
afectados y ofendidos: Costa Rica, por el pleito fronterizo que armaste
con este tu país vecino, y el pueblo de Nicaragua. Managua este día
estaba militarmente cercado y cerrado para el público, sólo militantes
del partido e invitados podían acercarse a la Plaza de la Revolución...
Me
imagino que los presidentes centroamericanos que te rindieron homenaje,
muy a pesar de la inconstitucionalidad de tu reelección y el fraude
consumado, justificarán su gesto dócil hablando de preservar la unidad
centroamericana y que las relaciones son entre Estados, no entre
personas. Bueno, nadie estaba esperando que rompieran relaciones con
Nicaragua, como todos hicieron con Honduras cuando allí hubo ruptura
institucional. Pero tampoco tuvieran que validar una reelección
inconstitucional y a homenajear al responsable de esta ruptura
institucional.
Me
hubiera gustado que los únicos presidentes en la foto de tu
entronización hubieran sido personajes como Chávez y Ahmadinejad. No me
diste esta satisfacción. Hay que reconocer: no sos un simple dictador,
sino alguien que sabe encubrir con cierta legitimidad la usurpación del
poder, aunque sea a puro chantaje, como en el caso de los empresarios
nicas y los presidentes de los países vecinos.
Hay que quitares el sombreo cuando uno ve a un timador con esta capacidad,
Paolo Lüers
(Más!, El Diario de Hoy)