martes, 3 de enero de 2012

Carta sobre lo bueno que podemos esperar del 2012


Carta sobre lo bueno que podemos esperar del 2012

Luego de cerrar el año con tres cartas sobre lo feo, la malo y lo bueno del 2011, me toca iniciar el año nuevo escribiendo sobre lo bueno que podemos esperar del 2012. No quiero ser ave de mal agüero, hablando de cosas malas por pasar; pero tampoco fomentar la ilusión que el país se va a componer por arte de magia. Seamos realistas para determinar lo qué podemos lograr en el 2012.

En las elecciones de marzo 2012 el país puede lograr reestablecer el sano equilibrio entre gobierno y oposición. Y de paso entre Ejecutivo y Asamblea. Ambos equilibrios fueron trastornados luego de las elecciones del 2009 por la compra-venta de voluntades de diputados y partidos enteros.


Si se asume esta lucha desde ya, se puede lograr que la presión ciudadana triunfe sobre la tentación del gobierno y los partidos oficialistas de adelantar el nombramiento de los nuevos magistrados de la Corte Suprema, aprovechando la falta de equilibrio en la Asamblea actual. Es obvio que elegir a los nuevos magistrados no le toca a la Asamblea saliente con sus mayorías compradas. De esta batalla dependerá el tipo de Corte Suprema que tendremos en los próximos años: independiente o plegada a los intereses partidarios.

Es decir, si la ciudadanía se pone las pilas desde ya, el 2012 puede ser el año en que se defendió y fortaleció la independencia de la Asamblea y de la Corte Suprema. Al lograr esto, el país puede aguantar el mal gobierno que no podrá cambiar hasta el 2014. Porque en un país donde funciona adecuadamente la división entre los tres poderes (gobierno, parlamento y órgano judicial), ninguno de los tres que funcione mal puede hundir al país. Ni queriendo.


Si logramos una Asamblea y una Corte independientes, y de paso un equilibrio entre oposición y gobierno, también habremos construido las condiciones para poder construir acuerdos nacionales entre todas las fuerzas políticas y sociales. Esto fue imposible durante los primeros 2 años del gobierno Funes, precisamente por la falta de confianza y seguridad jurídica a raíz de la distorsión de la correlación de fuerzas en la Asamblea y los permanentes intentos de debilitar la independencia de la Corte. Nadie en su sano juicio negocia pactos de nación con un gobierno que trata de suspender la independencia de la Asamblea y de la Corte para obtener poder de chantaje sobre la sociedad civil: o me aceptan mis términos de los acuerdos nacionales, o de todos modos me impongo haciendo uso de mi control de los demás poderes...

O sea: si queremos compromisos compartidos entre gobierno, oposición y sector privado, tenemos que restablecer el equilibrio alterado entre los poderes y entre gobierno y oposición.

Entonces, ¡un feliz 201

(Más! y El Diario de Hoy)